jueves, 1 de enero de 2009

EL REGRESO, la historia de una espera

El Regreso, fue estrenada el 3 de Agosto de 1.991, en la Sala Rajatabla, dentro del grupo de piezas del mismo autor bautizadas como Proyecto Timotes, bajo el patrocinio del Centro de Directores para el Nuevo Teatro y el Primer Festival Juvenil de Teatro y Danza de la ciudad de Caracas. Ese mismo año la pieza asistió al Festival de Oriente y al Festival de Teatro auspiciado por el TNJV-Valera.
Al año siguiente participa en el Festival Internacional de Teatro de Caracas al aire libre, en la Plaza de la Zona Colonial de Petare. Estrena la Sala Maria Teresa Castillo, sede del CDNT y es considerada como una de las mejores piezas de Teatro venezolano del siglo XX, estrenada por el CDNT, obteniendo el Premio Municipal de Teatro a la mejor obra de Teatro escrita por autor nacional o residente 1.992, La Mención de Honor del Premio Marco Antonio Ettedgui y premio Enrique Benchimol a la mejor producción teatral del año.

El Reparto de la temporada 1.991 – 1. 992

Lorenza Patiño Merente Edith Bejarano / Albanellyz Mayz.
Isabela Patiño Borbón y Pámpatar. Mayra Africano.
Lucía Patiño Merente / Ursulina Rojas. Magali Núñez / Rocío Mayo.
Mario Patiño José Núñez.
Inocente Carreño José Romero / Luis Enrique Cañas.
Isaac Millán/ Narrador. Luis Enrique Cañas /Constantino Escobar.
Paca/ Berenice. Albanellyz Mayz / Gladys Yánes.
El No Nacido de Lorenza Ricardo Gamargo.
Carlos González Vega / Martín Valiente. José Francisco Silva.
Nicolás Curiel / Policía 2 Carlos Rivas / Luis Enrique Cañas.
Gumersindo Méndez Constantino Escobar.
Felicia Rojas Corina Pérez/ Albanellyz Mayz /Rocío Mayo.
Policía 1 / Frijolito Rupert Vásquez.
Esteban Solís / La Maldición Familiar Oswaldo Zapata.
La Muerte Amadora García / José Francisco Silva.

Comentarios del Autor – Director: (Apuntes para los actores y estudiosos)

Podría parecer adolescente e ingenuo, quizás nostálgico, pero mi vida ha transcurrido en lugares que ya no existen, que se han modificado para ajustarse a otras necesidades sociales, económicas y/o a otras realidades que ya no son las mismas de otrora.
Eso le ha pasado a la gente de mi generación, ha la que ha venido luego, y le sucederá lo mismo a la que vendrá. Parece un estúpido slogan partidista pero, sistemáticamente nos han dejado sin memoria, sin historia. Somos generaciones de la inmediatez. El ayer no existe, no importa, porque fue... más nos ilusiona lo que vendrá, probablemente porque nos sabemos carentes de la tecnología capaz de modificar nuestro futuro y nos deslumbramos una vez más por el espejito que los colonizadores nos cambiaron por las perlas o las pepitas de oro. Y nuestras joyas, nuestros recuerdos, nuestra historia, nuestra memoria, se sigue extraviando, la siguen botando a la basura porque no la entienden los recién llegados, les parece sucia y fastidiosa, y no tienen ganas ni tiempo de mantenerla como patrimonio de nuestras vidas, porque no es que no sabemos, ni que no somos, ni que no podamos, lo terrible de nuestra raza es que no recuerda... en esta especie de arteriosclerosis precoz.
Hoy, cuando el espíritu que parece invadir al mundo entero es el del olvido (porque las cosas que fueron tan determinantes como el comunismo o El Muro de Berlín, parecen destinados a desaparecer del recuerdo colectivo) yo me siento enamorado del tema de El Regreso, porque me sirve para reflexionar sobre el pasado de un país latinoamericano (El mío) e intentar una comprensión de la historia que nos pertenece a todos y que ha dado origina esta generación desilusionada, individualista, de imágenes simultáneas; una comprensión de este extraño ajedrez en el que sobrevivimos, no sabemos hasta cuál jugada, donde los sueños no se compran aunque algunos traten de fingir lo contrario...
Y sin paredes, sin los lugares donde nací, me crié, fui amada y odiado, donde se formó este ser que soy, yo sueño. Lo maravilloso es que ese pensamiento discursivo puedo trasladarlo a la realidad con la poesía. La mía. Y con ella puedo reinventar Penichez, la Policlínica Caracas que quedaba en la avenida México y El Circo que llegaba al Conde. Probablemente es nostalgia. No lo sé. No quiero pensar en eso ahora porque soy muy joven y porque el insomnio me invadiría al recordar el carrito de helados que esperaba sentado en el ventanal de las calurosas tardes en las que mi enloquecida tía se atormentaba con la frustración heredada de nunca poder ser una pianista, a mis abuelos sentados en la cocina escuchando la radionovela en el aparato que ponían sobre el tinajero azul claro... Es que sin esos lugares y esas cosas tampoco están los personajes. Hasta mi familia se desintegró como la casa viejas que dieron paso a los edificios. Se los llevó el tiempo y los borrará también el olvido. Si lo sabíamos todo, ¿por qué hemos olvidado? ¿Para volver a recordar y creer que aprendemos? ¿Será por eso que siento en estas tierras un dolor a antihéroe amnésico que repudian la excelencia del vecino? Eso fue la sensación que me hizo asumir la responsabilidad para dirigir El Regreso.
Una de las cosas que me interesó del texto fue que podía ser puesto en escena de manera que cualquier espectador de este país lograra sentirse identificado con el universo de la obra, porque posee elementos cercanos a su mundo de referencia. Pero tampoco quería un espectáculo naturalista, mimético, que intentase calcar el entorno tal cual es. Quería una interpretación, una lectura que tendiera a la expresión, a la máscara, a la mueca marcada y exagerada que diera como origen una metáfora muy fuerte y brillante.
Lo primero que pensé fue “sin paredes”, para que los espacios pueda modificarse constantemente hasta molestar y crear sus propias intimidades, encierros, atmósferas, sin necesidad de convencionalismos. Así estaría hablando de este sentimiento angustioso y nostálgico por el constante cambio de las estructuras arquitectónicas, y de este país.
Por otra parte, como todo se transforma, los objetos escenográficos participan en la dinámica de la pieza: solo una puerta y una ventan, la Bajada de los Perros y los juegos de la sala comedor, que se quitan y se ponen y se mueven hasta el cansancio, para interrumpirnos, para molestarnos, para golpearnos, para modificarnos el espacio, preparándonos para el próximo cuadro o la próxima escena, para las siguientes acciones...

Quizás por una historia como la de El Regreso vivimos esta realidad... Porque cuando todos esperábamos felicidad... “a Betancourt se le quemaron las manos...”

A los nuevos elencos sólo le piden que reflexionemos sobre esto...






César Eduardo Rojas Márquez.










Primera Parte
I
La Tragedia Que Da Inicio A La Extraña Historia Familiar

La Pastora. Caracas. 1.953 La casa del Director de la Banda Musical de la Policía de Caracas: Mario Patiño. Pocos muebles: un juego de recibo y comedor de paleta, una gran radio vieja; La maquina de coser de Lorenza, la hija mayor de Don Mario, de unos 25 años, a la que encontramos trabajando en los uniformes de la banda que dirige su padre. Isabela, su prima, está de vacaciones en su casa y conversa con Lorenza mientras sirve la mesa. La música de la radio no nos deja escuchar lo que cuanta tan animadamente. Lorenza levanta la mirada de su trabajo en la máquina y ríe con las ocurrencias de Isabela.
ISABELA.-... María D’Angulo, decía que se llamaba; la que trabajaba de sirvienta en la casa del señor Meneses; la que se llevó el señor José para la casa de Artigas cuando a la hija de los Meneses, a Florcita, le nació Ana María, la quinta... Gran lío. Resulta ser, me contó Nancy, tú sabes cómo es Nancy de boca’e jarro, que a la María, que siempre había sido gorda, le comenzó a crecer la barriga, y cuando le preguntaban “muchacha, ¿por qué estás tan gorda?”, Ella decía que era que había venido un señor de su pueblo y le había dado a beber Agüita de Babandí y que eso inflamaba, que no era gorda lo que ella estaba sino inflamada. Cuál sería la sorpresa de los Márquez cuando una noche la mujer comienza con unas puntadas y el señor José salió a esas horas para el hospital... Agüita de Babandí. A los días se presentó la María case los Márquez con un carricito en los brazos igualito a Carlos, el hijo mayor del señor José... y mira si no es cosas de invento que la mujer le puso al muchachito Carlitos, tú sabes que uno siempre le pone el nombre del papá a los hijos mayores. La verdad es que botaron a la mujer de la casa de los Márquez por tener un hijo de la inflamación que produce el Agüita de Babandí... Por eso uno no puede estar creyendo en esas inflamaciones, cuando a una mujer le comienza a crecer la barriga es anuncio de una sola cosa... Yo me pongo a pensar en Elvira; tanto que la mamá creyó que estaba haciendo “aquello” con Julio, y nada... si hasta me contó Carmelita que la vieja loca llevó al forense a la pobre Elvirita, para ver si seguía siendo señorita... ¿Tú crees que eso es justo?... Después a la muchacha se le sale el diablo y se pone a inventar y queda perjudicada para siempre... Date cuenta: la María, tan tranquila; con aquella vocecita de gafa que no espantaba una mosca... y por el otro lado la Elvira, que todo el mundo creía que era un zafia, una loca que con el primero que pasara con ese se iba y ya ves... fue la María la que salió primero con la barriga... Por eso es que esa carita de la novia de Eustacio... ¡Hum! ¿Prima te acuerdas de lo que te estaba contando de Eustacio?
LORENZA.- Isabela...
LORENZA LE PIDE, A TRAVÉS DE SEÑAS, QUE LE BAJE EL VOLUMEN A LA RADIO PARA ESCUCHAR MEJOR. ISABELA LA APAGA.
ISABELA.- Yo no te entiendo Lorenza... Todo el día pegada a esa máquina, trabajando como una esclava para la Banda Musical de la Policía y cosiéndole vestiditos a la gente de la Pastora, y el poco tiempo que tienes para refrescarte, te vas a escuchar las retretas que dirige tu papá en la Plaza Bolívar... y si fuera para otra cosa, pero no haces más que mirar al insípido del Inocente Carreño que con esos bigotes parece un gurrufío...
LORENZA.- (DIVERTIDA) ¿Un que...?
ISABELA.- (HACIÉNDOLE LA MUECA) ¡Así, “mijita”, así...!
RIEN. LORENZA CONTINÚA SU TRABAJO EN LA MAQUINA. ISABELA SE ABURRE.
ISABELA.- ¿A qué hora llega Lucía?
LORENZA.- Ya debe estar por llegar
ISABELA.- ¡Qué rabia! Estudiando en ese colegio no le da tiempo para estar conmigo cuando vengo de visitas a Caracas... ¡Caracas! Me encanta Caracas, aquí pasa de todo... En cambio en ese bendito pueblo donde a mi papá le dio por encerrarse no pasa nada... Aquí pasan cosas... una vive emocionada, a la expectativa... ¿Lorenza?
LORENZA.- ¿Sí?
ISABELA.- ¿Lorenza tú no querías hablarme de algo importante?
LORENZA (SIN DEJAR LA MÁQUINA) Ya no lo es...
ISABELA.- Vamos. Tú me ibas a confesar algo mientras servía la mesa y a mí me dio por hablar de Eustacio... Aunque no es para menos, déjame decirte (PAUSA) a VER... Cuéntame...
LORENZA.- Que no importa, te digo.
ISABELA.- ¿Sobre quién es...? (PAUSA) ¡Chica, cuenta que me mata la curiosidad!
LORENZA.- ¡Qué no es nada “mijita”!
SILENCIO.
ISABELA.- Mira... ¿Y el Inocente?
LORENZA.- ¿Qué pasa con él?
ISABELA.- Ya se te declaró.
LORENZA.- Prima tú no tienes nada más sano en que pensar sino en esas cosas.
ISABELA.- ¡Es que esas cosas pasa, prima...! ¡pasan con más frecuencia de la que una se imagina! ... ¿Ah?
LORENZA.- Vive de la intriga pero no indagues...
ISABELA.- ¡Ah, no...! ¡Tú me cuentas ahora mismo! ¡Ven acá!
ISABELA SACA A LORENZA DEL MUEBLE DE LA MÁQUINA Y LA SIENTA EN UN MUEBLE DEL RECIBO.
ISABELA.- ¡Ven acá! ¡Siéntate aquí! ¡Cuéntame! ¿Ya te agarro la mano? ¿Te dio el primer pico? ¡Cuéntame Lorenza que me tienes en ascuas!... ¡¿Qué te ha dicho?!
LORENZA.- Se quiere casar conmigo...
ISABELA.- (SIN ESPERAR RESPUESTA AFIRMATIVA) Yo sabía que ese gurrufío...
LORENZA... le va a pedir la mano a mi papá hoy mismo...
ISABELA.- (LE CAE LA LOCHA) ¡¿Qué?! ¡¿Qué hoy qué?! ¡Y tú estás tan tranquila y hasta me dejaste hablar de Eustacio y de Julio César... Bueno de Julio César... ¡Ay, prima...!¡¿Cómo puedes estar tan tranquila?! Si fuera yo, Timotes entero sabría la noticia y estarían todas las pollas del pueblo ayudándome a planear, haciendo los preparativos... tengo que escribirle a papá para el regalo; tengo que hacerme un vestido para la ocasión...
LORENZA.- De torchón...
ISABELA.- ...Hay que pintar la casa...
LORENZA.- De blanco, que era el color que le gustaba a mamá...
ISABELA.- ... que tú sabes cómo es la gente; tenemos que traer a Paca, la bruja, para que nos diga cómo va a ser ese matrimonio...
LORENZA.- Pero mi papá no lo quiere... Es demasiado desconfiado... Dice que todo el interés de Inocente es para que él lo ayude en la música.
SILENCIO.
ISABELA.- ¿Tú lo quieres?
LORANZA.- ¡Deja ya, Isabela!
ISABELA.- ¡Tú lo quieres...!
LORENZA.- ¡Yo sí...!
ISABELA.- ¡¿Sí lo quieres?!
LORENZA.- Sí.
ISABELA.- (CANTANDO EUFÓRICA) ¡Lo quieres! ¡Lo quieres! ¡Lo quieres!
LORENZA TRATA DE CALLARLA PERO ISABELA BAILA Y CANTA MÁS ALTO.
LORENZA.- ¡Isabela, por favor! ¡Mi papá puede llegar en cualquier momento!
LLEGA MARIO Y MIRA A ISABELA CON CIERTA MOLESTIA. ISABELA SE PERTURBA Y TRATA DE HACER COMO SI CANTARA UNA CANCIÓN CUALQUIERA. LORENZA SE ATERRA.
ISABELA.- (FINGIENDO SOBRESALTO) ¡... ción tío Mario!
MARIO.- Dios me la bendiga.
LORENZA.- ...ción.
MARIO.- Dios la bendiga. (BESA LA FRENTE DE LORENZA. MIRA A ISABELA Y LE PREGUNTA COMO AL DESCUIDO) ¿A qué se debe tanta alegría?
MARIO SE SIENTA A SECARSE EL SUDOR EN LA SALA MIENTRAS ESPERA RESPUESTA.

ISABELA.- (NERVIOSA) ¡Ay, tío es...! (SE LE PRENDE EL BOMBILLO) ¡Es Caracas! Es que en Caracas la gente se ama. El General está aquí, la Seguridad Nacional está aquí; la orquesta de la policía y la retreta están aquí! Aquí pasan cosas: en el club Paraíso hacen lucha libre para celebrar la Cruz de Mayo, y Billo’s y el cuarteto Napoleón, mantuvieron bailando a la concurrencia hasta la “una” de la madrugada; aquí hay universidad y a la gente no la dejan estudiar; y una no puede caminar por El Silencio, por la cantidad de marginales y de ladrones y de todo que hay vendiendo por todos lados; Y en El Calvario descuartizan a una mujer, mientras los intelectuales se enteran de Bergman, de la vida de Rosita del Valle, de cómo se le torció la corona a la tocaya Isabel II de Inglaterra, cuando su esposo, Felipe de Edimburgo, la besó después de la coronación... ¡Aquí hay rumberas, tío! ¡Rumberas de verdad – verdad! Y mi papá me pregunta “-Pero Isabela, mija, ¿qué va a hacer usted a Caracas?-“ Y yo se lo digo tío.: enterarme de la vida, del avance, de la moda, porque aquí si hay moda... Aquí nació Simón Bolívar e impuso la moda en el continente entero... Gisela Bolaño, tan Miss Venezuela y tan feliz que se ve con sus amores con Álamo – Ibarra... Aquí todo el mundo es feliz, porque hasta la tristeza es brillante, feliz... un poquito contaminada, pero feliz... ¡Ay, a mí me encanta Caracas!
MARIO.- Nadie está conforme con lo que tiene.
LORENZA.- (SIRVIENDOLE LA COMIDA) Venga a comer papá. La comida está lista y se le va a enfriar.
MARIO.- (YENDO A COMER) ...y tráeme un vaso de agua.
LORENZA VA A BUSCAR LA JARRA DE AGUA Y EL VASO.
ISABELA.- Esto... esto es mágico...
MARIO.- (RECIBE EL VASO Y BEBE) Aquí el ajetreo no deja pensar a la gente. Yo creo que tu papá no estuvo tan errado cuando se fue.
ISABELA.- ¡Vamos, tío! Papá esta demasiado ocupado los prejuicios, tomando miche y correteando a las mujeres por la hacienda que...
MARIO.- ...que tú estás aquí, En Caracas, visitando a tu tío y a tus primas, curioseando la vida.
SILENCIO. MARIO COME. LORENZA LE HACE SEÑAS A ISABELA PARA QUE LE PREGUNTE POR INOCENTE.
ISABELA.- ¿Cómo le fue hoy, tío?
MARIO.- Bien.
ISABELA.- ¿O muuuuy bien?
MARIO.- No; bastante regular.
ISABELA.- Ahhh.
MARIO.- (HACIENDO QUIEN NO NOTA LAS SEÑAS) ¿Por qué debía irme de alguna forma en particular?
ISABELA.- (A LORENZA) ¡Sí! (A MARIO)¡Digo, no...! Es que como hoy me siento tan bien me imagino que a todo el mundo debe estarle yendo “muy bien”... ¿Tío?
MARIO.- ¿Sí, Isabela?
ISABELA.- Voy a visitar a Ursulina, si tu me das permiso, que acabo de enterarme de una... (MIRA A LORENZA CON INTENCIÓN) “puntada” para zurcir que ella decía que sólo ella podía hacer...
MARIO.- Claro, pero con fundamento...
ISABELA.- ¡Claro tío, tú sabes cómo soy yo!
MARIO.- Por eso mismo lo digo.
ISABELA.- ¡Ay, tío, tú si eres...! ¡Me voy a arreglar!
LORENZA LE HACE SEÑAS PARAQUE NO SE VAYA Y SIGA PREGUNTANDO.
ISABELA.- (FASTIDIADA) ¿Tocan esta tarde en la Plaza Bolívar, tío?
MARIO.- No. Hoy suspendí la retreta.
ISABELA.- (PARA SÍ) ¡Yo también la hubiera suspendido! ¡No digo la retreta, sino el país!
ISABELA VA A HACER MUTIS Y MARIO LA RETIENE.
MARIO.- Isabela.
ISABELA.- ¿Sí, tío?
MARIO.- ¿y Eustacio, el hermano de Ursulina?
ISABELA.- ¡Yo no sé, tío! Él es tan anónimo para mí... Lo único que sé es que está de amores con una tal Enriqueta Sicarelis que tiene descendientes europeos...
LORENZA.- Ascendientes...
ISABELA.- Lo que sea y que le gustan las fiestas como a ella sola...
MARIO.- ¿Seguro Isabela?
ISABELA.- ¡Umjú, tío! ¡No me diga que se va a poner como mi papá, que como se la pasa sinvergüenceando, cree que todo el mundo es igual a él (VA A HACER MUTIS)
MARIO.- Isabela.
ISABELA.- (MOLESTA) ¿Sí tío?
MARIO.- ¿Tú sabes por casualidad algo que yo no sé?
LORENZA.- (NERVIOSA TRATANDO DE DESVIAR LA PREGUNTA) ¿Le traigo más agua, papá?
MARIO.- No, está bien... ¿Entonces, Isabela?
ISABELA.- ¡Ay, tío, tú si tienes cosas!
MARIO.- ¿Seguro?
ISABELA.- ¡Ah, pues, me voy a arreglar!
LORENZA LE HACE SEÑAS A ISABELA Y ESTA REFUNFUÑANDO LE PREGUNTA FASTIDIADA A MARIO.
ISABELA.- ¿Mañana tampoco hay retreta, tío?
MARIO.- No, mañana tampoco.
ISABELA.- ¿Y a qué se debe el cese de las actividades musicales de la policía, si puede saberse?
MARIO.- Es que ya no tengo a Inocente Carreño conmigo.
AMBAS.- (ATÓNITAS) ¿Por qué?
SUENA UN PÍTO MARIO MIRA HACIA LA BAJADA DE LOS PERROS POR DONDE VIENE INOCENTE CON UN RAMILLETE Y VE CÓMO DOS HOMBRES LO INTERCEPTAN. PACA MIRA TODO DESDE SU LÁMPARA DE KEROSENE.
ESBIRRO 1.- Inocente Carreño.
INOCENTE.- Sí, soy yo...
ESBIRRO 2.- Acompáñenos, queremos hacerle unas preguntas...
SE LO LLEVAN APUNTADO. PACA, LA BRUJA SE ASOMA POR LA VENTANA Y MIRAHACIA ADENTRO

MARIO.- (MINTIENDO CIERRA LA VENTANA) Le aprobaron una beca al muchacho y mañana sale para un conservatorio en la Sorbona.
ISABELA.- (DISIMULANDO)...Y por eso no hay retreta...
LORENZA.- Se va a la Sorbona.
ISABELA.- ¿Pero cuándo te enteraste?
MARIO.- (EN LA MENTIRA) Ayer en la noche, después de la retreta. Yo mismo lo mandé a conversar con el Gobernador. Tiene méritos, mañana mismo sale a Paris.
LORENZA.- (PERPLEJA) ¿A París, papá?
MARIO.- Sí, hija, se va solo a París.
LORENZA.- (SE VIERTE LA JARRA DE AGUA SOBRE LA CABEZA) ¡Estoy embarazada de Inocente Carreño y usted lo manda a París!
ISABELA.- ¡Lorenza!
MARIO.- ¡Lo sabía!
PACA SE PERSIGNA. MARIO GOLPEA CON RABIA LA MESA. SE ARROJA SOBRE LORENZA PERO ISABELA SE CRUZA Y LO DETIENE. MARIO ARROJA A ISABEWL AL PISO Y ESTA HUYE DE LA CASA. LORENZA TEMBLOROSA, SE DISPONE A SALIR CAMINANDO DE LA CASA. MARIO LA RETIENE ENLOQUECIDO Y LE LANZA UNA BOFETADA. ELLA LA DETIENE. SE MIRAN UN INSTANTE. MARIO LE GOLPEA EL VIENTRE Y LUEGO SUFRE UN ATAQUE. CAE. LORENZA CON DOLORES QUE ANUNCIA UN ABORTO, SE LEVANTA, VE EL ESTADO DE MARIO EN PLENO ATAQUE Y SE DIRIGE COMO PUEDE A LA PUERTA GRITANDO.
LORENZA.- ¡Isabela! ¡Isabela, ayúdame...! ¡Isabela, papá
ENTRA LUCÍA. VIENE DEL COLEGIO. LORENZA MIRA A MARIO Y UN DOLOR MUY FUERTE LA HACE GRITAR. CAE.
ARTICULACIÓN.


II
La Verdadera Razón Por La Que Lucía No Se Quiso Casar Con Isaac.

TIMOTES. 1.956. LA CASA DE LAS PATIÑO MERENTE. MENOS COSAS QUE EN CARACAS. LUCÍA MIRA INQUIETA POR LA VENTANA HACIA LA CALLE. ISABELA, SU PRIMA, VIENE CON UNA LIMONADA MIENTRAS CONVERSA ANIMADAMENTE.
LUCÍA.- No, todavía no viene nadie... ¡Ay, manita! ¿Tú crees?
ISABELA.- ¿Todavía no viene Lorenza?
LUCÍA.- No. Está en la misa recordatoria de la esposa del Coronel Chacín.
ISABELA.- Ese es un buen partido... ¡Entonces hay tiempo...! Cállate y termina de escuchar el cuento...
LUCÍA.- ¡¿Qué cuento, Isabela?! ¡Yo lo que quiero es que termine de llegar esa mujer que me tiene nerviosa.
ISABELA.- Paquita ha vivido toda su vida en Timotes, prima; así que cálmate y termina de escuchar el cuento...
LUCÍA.- ¡Pero Isabela!
ISABELA.- ¡Está bien, chica, está pendiente y me avisas si viene alguien! No vaya a ser que me vayan a escuchar diciendo palabrotas... Bueno, resulta ser que la modelo le dijo al padre en la confesión (IMITANDO A LA MODELO) “¡Ay, padre, pero eso no termina ahí!: en Maracay, el Ministro me dio mucho licor, me miró, yo lo mire... nos vimos y nos sonreímos... bueno padre y ya sabe cómo son esos militares... Pero yo sigo pensando que yo soy “FREGIDA”. “FREGIDA” no mija, “FRI-GI-DA”.” Le volvió a responder el padre caliente, y entonces la hija de vecina continuó. (IMITANDO A LA MODELO) “Pero eso no termina ahí, padre: En un cóctel que dieron en El Paraíso, el ministro me presentó al mismísimo Presidente... tan brillante... yo lo vi, él me miró; nos vimos y nos sonreímos... y como a las dos horas iba yo como invitada especial a la Orfila... ¡Qué isla, padre! Y el calor, y el mar, los cocos, el presidente desnudo en aquella motocicleta... ¿ay, padre y pasó!... El himno nacional y todo mientras en el asta ondeaba la bandera... pero yo sigo pensando que yo soy “FRÉGIDA”, padre (IMITANDO AL CURA) “¡Puta, mija! ¡Usted lo que es una grandísima puta!
RÍEN A CARCAJADAS.
LUCÍA.- ¡Ay, Isabela! ¡¿Chica no te da vergüenza decir esas vulgaridades?!
ISABELA.- Hay otras que no las dicen pero las piensan y ésas son peores.
RÍEN. LUCÍA SE ASOMA A LA VENTANA Y PARECE RECONOCER A ALGUIEN.
LUCÍA.- ¡Isabela!... ¡Ahí viene Paca, se ve clarito! ¡Está buscando la dirección! ¡Me da miedo...yo me voy! (VA A HACER MUTIS HACIA SU CUARTO)
ISABELA.- (LA RETIENE Y LA SIENTA) ¡No! ¡Te quedas quieta te digo! ¡Ah pues! Tan grandota y tan... Además, a todas las mujeres de la familia, antes de unirse definitivamente a sus maridos, se les lee la mano, para que conozcan su futuro.
LUCÍA.- ¡Es que me da miedo!
ISABELA.- ¡Quédate quieta y no te vayas a ir! (SE ASOMA A LA PUERTA Y LLAMA A LA MUJER) ¡Paca!¡Paquita! ¡Venga, es por aquí! ¡Sí! (A LUCÍA) Ahí viene... Acuérdate que eres una Patiño y que aquí en Timotes somos diferentes al resto; nada de confiancitas, ni amistades con la mujer... Paquita sabe de esas cosas y nosotras estamos interesadas en saber lo que te espera en tu matrimonio... Aquí está... Ya sabes. (INESPERADAMENTE EFUSIVA) ¡Paquita, mi amor!¿Cómo estas?... Si estás hermosísima... ¡Estás hecha pura simpatía!
PACA.- (HUMILDE Y MISTERIOSA LA MUJER PIDE PERMISO PARAENTRAR A LA CASA) Con permiso.
ISABELA.- ¡Pero pasa, mi vida!¡Qué hermosa estás!¡Pareces una muñeca!
PACA.- Gracias, usted también.
ISABELA LE PICA EL OJO A LUCÍA PORQUE ESTÁ A PUNTO DE REIRSE POR LAS OCURRENCIAS DE ISABELA.
ISABELA.- Mira, Paquita, te presenta a mi prima Lucía, hija de mi tío Mario Patiño, el músico.
PACA.- Encantada, señorita.
LUCÍA.- Igualmente. Usted es más joven de lo que yo pensaba.
PACA.- Tengo mis años, señorita. Yo conocí a su mamá antes de casarse con su padre.. Me la presentó la mamá de la señorita Isabela... Ella debe tener ahora...
LUCÍA.- No, ella murió hace nueve años.
PACA.- Mi más sentido pésame. (SE PERSIGNA)
ISABELA.- Bueno, Paquita, es a ella a quien queremos leerle la mano.
SILENCIO. PACA SACA UNAS RAMAS Y UN TABACO Y LO REZA ANTES DE ENCENDERLO.
PACA.- ¿Se va a casar pronto?
LUCÍA.- La semana próxima.
PACA.-... si Dios quiere... ¿Con quién?
ISABELA.- Con Isaac Millán.
PACA.- (ENTUSIASTA) ¿Con qué Isaac Millán?
ISABELA.- Usted tiene que saber, Paquita... Con Isaac Millán, el que da serenatas...
PACA.- ¿El hijo del español?
LUCÍA.- El hijo del español.
PAQUITA SIGUE EN SU RITO MIENTRAS SE RIE SOLA Y AVERGONZADA. LUCÍA LE PREGUNTA POR SEÑAS A ISABELA QUE QUÉ LE PASA A LA MUJER Y ÉSTA LE RESPONDE QUE LE GUSTA. LUCÍA LE PREGUNTA QUE QUIÉN LE GUSTA Y SU PRIMA LE RESPONDE QUE ISAAC Y NO PUEDE EVITAR SU SORPRESA.
LUCÍA.- ¡Ahhh! (A PACA) ¿Verdad que es simpático?
PACA.- (CON VERGÜENZA) Sí... (SE VUELVE A REÍR)
ISABELA.- (BROMEANDO) ¡Ay, Paquita, te estás buscando que mi prima se ponga celosa!
PACA.- ¡¿No señorita, cómo cree?! ¡Ni Dios lo quiera!... Es que ese crío nació y creció... a mí me gusta cómo canta... una siente la picardía en las canciones.
LUCÍA.- ¿Cómo la picardía, Paquita?
PACA.- ¡Ay, no sé señorita, cosas que siente una!
LUCÍA.- (A ISABELA) ¡Ay, chica, le gusta!
RÍEN DIVERTIDAS.
PACA.- Yo no quiero nada con su novio, señorita, yo respeto... pero una mira
ISABELA.- (DIVERTIDA)¡Mira, Paquita!
PACA.- No puede ponerse brava por eso... yo me sentiría contenta de tener un novio que le gustara a las tras pelonas...
RÍEN. PACA COMIENZA A SENTIR FRÍO. ENCIENDE EL TABACO. LAS MUCHACHAS SE QUEDAN SERIAS ANTE LAS ACCIONES DE LA BRUJA.
PACA.- ¿Quién vive aquí? (FUMA) Esto está muy oscuro... Hay algo... ¡sute!... me da “escalofríos”... ¿Con quién más vive usted aquí, señorita?
LUCÍA.- Con mi hermana Lorenza...
PACA.- No, aquí vive un hombre...
LUCÍA.- Mi papá.
PACA.- ¿qué pasa con él...? (SE DA UNOS RAMAZOS SIN DEJAR DE FUMAR)
LUCÍA.- Está... (NO SABE QUÉ DECIR)
ISABELA.- Está enfermo.
PACA.- (MIRANDO EL TABACO)Pero él no tiene una enfermedad podrida, lo de él es otra cosa...
ISABELA.- Una hemiplejia... es como un pasmo...
PACA.- (LEYENDO EL TABACO) No. La enfermedad de su tío es otra cosa,... tiene una cosa en la cabeza, como un peso, por algo que hizo mal hace tres años y que no tiene arreglo. Por eso está así... Esto no me gusta nada... Esto está muy oscuro, señorita... Isabela, usted debería irse a su casa, para que no haya peligro con usted mientras trabajo con su prima...
LUCÍA.- ¡No, Isabela! ¡Si tú te vas yo me voy también!
PACA.- Esta bien (A ISABELA) Pero póngase del lado izquierdo de esa silla y quédese ahí tranquila... vea lo que vea...
ISABELA SE COLOCA INMEDIATAMENTE EN EL LUGAR INDICADO. ESTÁ ASUSTADA. PACA PARECE TRANSFORMARSE EN OTRA PERSONA.
PACA.- ...Hay algo que no viene de por estos lados: Viene de afuera, de lejos. En este lugar hay un odio estancada y piche... y lo de ese señor no termina así como así... Él no se va a morir todavía... Hay algo que no se dice pero se sabe...
LUCÍA.- Lorenza...
PACA.- Algo que no se dio... la luz de esta casa está más oscura de lo que parece...
LUCÍA.- ¡No me asuste, Paquita!
PACA.- No; si no lo estoy diciendo para asustarla.(PARA SÍ) Si la asustada soy yo.
LUCÍA.- (LLAMÁNDOLA) Isabela...
PACA.- No. No me la toque, señorita Isabela... Déjemela así, solita para ensalmarla, que hay mucha tierra sobre esta casa y no es de tiempo sino de otra cosa (BUSCA EN SU MOCHILA Y SACA UN FRASCO CON PÓLVORA QUE RIEGA EN UN CÍRCULO ALREDEDOR DE LUCÍA)
ISABELA.- (ATERRADA) ¡¿Ustedes no creen que será mejor que yo me vaya?!
LUCCÍA.- ¡¡No!!
PACA.- (IMPERATIVA) Mejor quédese. ¿Tiene las velas que pedí y el agua bendita que les pedí, señorita Lucía?
LUCÍA.- ¿Se las busco?
PACA.- No. Usted no se mueva. Señorita Isabela ¿usted sabe dónde se encuentra el agua bendita?
ISABELA AFIRMA CON LA CABEZA.
PACA.- Alcáncemela, las velas ahora no importan. Aquí hay que trabajar de otra forma.
PACA SACA UN MANOJO DE RAMAS MÁS GRANDE Y GOLPEA A LUCÍA MIENTRAS PARECE DECIR ORACIONES INCOMPRENSIBLES. SACA UNA CAJA DE FÓSFOROS Y ENCIENDE EL CÍRCULO MIENTRAS DICE SUS REZOS. LUEGO BUSCA UNA SILLA Y SE LA DA A LUCÍA Y LE INDICA QUE DEBE SENTARSE.
Paca.- Siéntese en esta silla.
LUCÍA ATERRADA SE SIENTA. LOS ESPÍRITUS DE LA MUERTE Y DE LA MALDICIÓN LAS RONDAN. PACA SE COLOCA DETRÁS DE LUCÍA. LE GOLPEA LOS HOMBROS, LUEGO LA CABEZA Y DICE COSAS INCOMPRENSIBLES
PACA.- Tranquila, señorita Lucía... ahora tranque los ojos y no “apriete” nada... Póngase floja... no se cruce... así... así...
SE ESCUCHA UNA SERENATA CON UNA LETRA INCOMPRENSIBLE Y LEJANA. UN VIOLÍN ACAPAÑA AL CANTANTE. APARECE LORENZA CON UN NIÑO ENVUELTO EN SÁBANAS SANGRANTES. LUCÍA CAE EN TRANCE. MARIO LE AREBATA EL NIÑO A LORENZA Y LO ARROJA FUERA DE ESCENA Y SALE. LORENZA GRITA Y CORRE DETRÁS DE SU PADRE. PACA NO DETIENE EL ENSALME ISABELA LLORA DE PERPLEJIDAD. LA ORACIÓN QUE DICE PACA ES REPETIDA POR ISABELA. LOS ESPÍRITUS RODEAN A LUCÍA EN TONO AGRESIVO.
PACA.- “Con una oración que nos libere, con una oración que nos comprometa; con valentía audazmente sincera, sin sombra y de manera perfecta; en armonía con esa naturaleza obra de tus manos estamos aquí, ante ti, Señor. Mi corazón se regocija, mi poder se exalta, mi boca se ensancha en mis enemigos, por cuanto me alegre en tu salvación. No hay santo como tú porque no hay ninguno fuera de ti y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliques palabras de altanería y grandeza; cesen las palabras arrogantes de sus bocas porque el Dios de todo saber es Jehová” Señor, limpia a esta joven y tómala nuevamente en tu seno si alguna vez se alejó. Hazle recordar su misión en la tierra de los hombres y déjame conocer su futuro para que lo limpie si es preciso, o lo cuide si no lo es, y así lo mantenga protegido por los siglos de los siglos. Amén.
LOS ESPÍRITUS ELEVAN A LUCÍA QUIEN COMIENZA A LEVITAR. ISABEL LLORA DE IMPRESIÓN. UN EXTRAÑO VIENTO PARECE LIMPIAR EL ESPACIO. LUCÍA VUELVE A SU SILLA.
PACA.- Ya está limpia, ahora volverá a estar despierta y yo podré mirar en su mano. Sus líneas limpias me dirán lo que le espera en su matrimonio con Isaac Millán.
LUCÍA NO DESPIERTA. APARECE EL HOMBRE QUE CANTA LA SERENATA, PROBABLEMENTE ISAAC MILLÁ EN HARAPOS. SE ESCUCHA UNA EXPLOSIÓN. LA MÚSICA SE DETIENE. PACA LE TOMA LA MANO A LUCÍA. AL HOMBRE EN HARAPOS SE LO TRAGA LA TIERRA. PACA GRITA COMO SI LA MANO DE LUCÍA LA QUEMARA Y PARECE CAER EN TRANCE. LUCÍA TIEMBLA. ISABELA NO SABE QUÉ HACER. PACA PARECE POSEÍDA. SE SUELTA, DESPUÉS DE UN GRAN ESFUERZO, DE LA MANO CON LA PALMA HACIA ARRIBA DE LUCÍA.
PACA.- (COMO POSEÍDA) ¡Yo no voy a leerle la mano a esa mujer! ¡No voy a hacerlo, señorita Isabela! ¡Sale! ¡Sale! ¡Esa mujer...! ¡Esa mujer está marcada! ¡Aghhh! ¡No puedo quedarme aquí! ¡No se puede hacer nada, para esa mujer no hay regreso! ¡ Tengo que quitarme este sucio de encima!
ISABELA.- ¡¿Paquita, qué pasa?!
PACA.- (ARRODILLÁNDOSE COMO SI LA OBLIGARAN) ¡ Tengo QUE irme de aquí antes de que me ensucie más! ¡Tengo que limpiarme! Tengo que limpiarme! ¡Sale!
ISABELA.- ¿Paca...? ¡Paca, por Dios! ¡¿Qué haces arrodillada así?! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué viste, Paca?! ¡¡¿Qué viste?!!
PACA.- En la mano de su prima, señorita Isabela...
ISABELA.- ¿En su mano qué?
PACA.- La muerte.
ISABELA.- ¿Pero la muerte de quién...? ¡¿De ella?!
PACA.- No.
ISABELA.- ¡¿Quién, Paca...?!
PACA.- Eso no está claro, pero la otras señal sí... la de la muerte...
ISABELA.- ¡¿Pero la muerte de quién?!
PACA.- Es que su prima, señorita Isabela...
ISABELA.- ¡¿Lucía, qué, Paquita?!
LUCÍA COMIENZA A DESPERTAR SIN QUE LO NOTEN.
PACA.- Ella va a matar a alguien, a una persona que no es de la familia, pero que es de muy cerca... Tengo que irme al río a purificarme...
ISABELA.- Pero, Paca...
PACA.- (HACIENDO MUTIS) Tengo que irme...
ISABELA.- ¡Pero va a casarse con Isaac Millán!

PAUSA.
PACA.- Dígale que no se case, señorita... que no se case... (INICIA MUTIS)
ISABELA.- (SIGUIÉNDOLA) ¡Paca, no te vayas!
PACA.- (YÉNDOSE) ¡ ¡¡Que Dios la cuide y la ampare, señorita Isabela, que Dios la cuide y la ampare...!!
ISABELA VOLTEA CONSIGUE A LUCÍA LLORANDO. NO SABE QUÉ DECIRLE A SU PRIMA.
LUCÍA.- No puedo casarme, prima. ¡¡No me puedo casar, soy una asesina...!!
LUCÍA SALE CORRIEDO A LA CALLE. ISABELA SALA CORREIDNO TRAS DE ELLA.
ISABELA.- ¡Lucía!¡¡Lucía espera!!


ARTICULACIÓN.
















III
La Amenaza De Isaac.
LA CASA DE LAS PATIÑO MERENTE. ESCUCHAMOS LA VOZ DE LORENZA QUE SE DESPIDE DE ALGUIEN ANTES DE APARECER ENE ESCENA.
LORENZA.- (VOZ) ¡Buenas noches, Coronel! ¡Con gusto, se los daré por supuesto!
APARECE LORENZA EMPUJANDO LA SILLA DE RUEDAS DE DON MARIO PATIÑO, ENCORBADO Y CON UN ROLLO DE TELA EN SUS PIERNAS. CONSIGUE LA PUERTA ABIERTA. LA CIERRA. COLOCA A SU PADRE FRENTE A LA VENTANA Y LE QUITA EL ROLLO DE TELA DE LAS PIERNAS, COLOCÁNDOLO SOBRE LA MÁQUINA DE COSER.
LORENZA.- ¿Quién dejó esta puerta abierta...? ¿Lucía? ¿Lucía, por qué dejaste la puerta abierta?... ¿Dónde se habrá metido? ¡Lucía!
CANTURREA UN BOLERO DE MODA. MARIO TRATA DE SEGUIRLA EN LA CANCIÓN DENOTANDO SU PATÉTICO ESTADO FÍSICO Y MENTAL. LORENZA LO MIRA CON LÁSTIMA. SACA ALGUNOS RECORTES Y SE DISPONE A COSER. TOCAN A LA PUERTA. VA A ABRIR.
LORENZA.- ¡Un momento...! ¡Voy!
AL ABRIR LA PUERTA APARECE ISAAC MILLÁN. NOTAMOS LA ACTITUD SECA Y LA TRANSICIÓN DE AMBOS AL RECONOCERSE
ISAAC.- Buenas tardes, Lorenza.
LORENZA.- Buenas “noches”, Isaac... Pase... Pase y siéntese.
ISAAC.- Gracias. (SE DIRIGE AL JUEGO DE RECIBO Y SE SIENTA EN SILENCIO)
LORENZA.- Isaac, ¿usted no ha visto a Lucía?
SILENCIO. INCOMODIDAD ENTRE AMBOS.
LORENZA.- Yo llegué y ella no estaba... y hasta había dejado la puerta abierta...
ISAAC.- Aquí en Timotes no hay ladrones, Lorenza. Eso es allá en la capital que tiene que vivir como pájaros.
LORENZA.- pero usted se quiere ir para allá. (PAUSA) Mire, en todos lados hay ladrones, lo que pasa es que se visten de maneras diferentes.
SE MIRAN.
LORENZA.- ¿Le gustaría un café, mientras espera?
ISAAC.- Si no le molesta.
LORENZA.- (ANTIPÁTICA) Usted si tiene ocurrencias, Isaac. (SACA LAS TAZAS Y SIRVE DE UN TERMO DE METAL)
ISAAC.- A lo mejor anda con Isabela, arreglando las cosas que faltan para la semana que viene. Hoy hablé con el cura Villanueva y me dijo que teníamos que ir esta semana para los últimos arreglos.
LORENZA LE DA LA TAZA DE CAFÉ A ISAAC Y SE SIENTA CERCA DE ÉL. SORBEN. LORENZA MIRA A ISAAC. ESTE SE INCOMODA.
LORENZA.- (PARTICULARMENTE CORTÉS) Isaac...
ISAAC.- ¿Sí?
LORENZA.- ¿Por qué se quiere casar con mi hermana tan rápido?
ISAAC.- Ya se lo he dicho muchas veces... Por otro lado: dos años y medio, casi tres, no son dos días...
LORENZA.- ¿En verdad quiere irse con ella a Caracas? Acuérdese que usted apenas comienza en la música, que va a tener la oportunidad de conocer a otras personas... Mi hermana se convertiría en un peso para usted...
ISAAC.- Lorenza, comprenda una cosa: es con su hermana, no con otra persona. (DEJA LA TAZA SOBRE LA MESITA DEL RECIBO)
LORENZA.- ¿No sería más fácil que usted se estableciera primero, que consiguiera un trabajo fijo, que tuviera una casa para llevársela...
ISAAC.- No es así como quiero las cosas...
LORENZA.- Sí, usted no quiere una esposa sino una esclava.
ISAAC.- Me parece inútil conversar con usted.
LORENZA.- En Caracas podría conseguir una “ contabilista”que le trabaje bien.
ISAAC.- No es una contabilista a la que quiero; es a su hermana... ¡Me voy a ir con ella, quiéralo usted o no!
LORENZA.- No alce la voz en mi casa, por favor.
ISAAC.- No, si no la alzo por gusto...
LORENZA.- Voy a tener que se marche con mucha vergüenza.
ISAAC.- ¿Por qué...?
LORENZA.- Porque me irrespeta a mí y a mi casa con su actitud...
ISAAC.- Yo sí tengo que permitir que me dé indicaciones lo que debo hacer con mi vida y con la de su hermana.
LORENZA.- Baje el tonito, por favor.
ISAAC.- ¡Yo no Inocente Carreño, que se vendió... que se le vendió a su padre por un viajecito a Europa!
LORENZA.- ¡Cállese! ¡No vuelva a repetir ese nombre en esta casa!
MARIO COMIENZA A GOLPEAR LA SILLA A ESCUCHAR ERL NOMBRE DE INOCENTE. LORENZA CALMA A SU PADRE Y SE TOCA EL ROSTRO.
ISAAC.- Sí, tóquese... Tóquesela bien... Mírese en un espejo y dígame si es eso lo que quiere para su hermana... Óigame una cosa: en las noches los hombres podemos hacer daño, mucho daño... Yo soy terriblemente vengativo y quiero a su hermana...
LORENZA.- ¡Váyase, por favor... !¡Váyase Isaac! ¡Váyase y déjenos tranquila!
ISAAC.- Me voy, pero a Lucía no la voy a dejar porque usted quiera... querida cuñada (VA A LA PUERTA)
LUCÍA ABRE LA PUERTA. ISAAC CAMBIA DE ACTITUD. LUCIA ENTRA ATURDIDA. SILENCIO.
ISAAC.- Me iba porque no te encontré.
LUCÍA.- (CON EL ROSTRO SIN EXPRESIÓN) Lorenza...
LORENZA.- ¿Dime...?
LUCÍA.- Necesito hablar con Isaac...
LORENZA.- (COMPRENDIENDO LA INDIRECTA) Pues, entonces vayan a la casa del tío Justo a buscarme el rollo de algodón azul y conversen por el camino, porque yo estoy muy “cansada” y no voy a salir.
LUCÍA.- ¿Quieres acompañarme, Isaac?
ISAAC ASIENTE CON LA CABEZA Y SE DISPONE A SALIR.

LORENZA.- Y espero que no llegues muy tarde, mira que en este pueblo la gente no tiene nada qué hacer y se la pasa pendiente de la vida ajena.
ISAAC.- Buenas noches, Lorenza.
LORENZA NO RESPONDE. SE VAN. LORENZA TRATA DE COSER. DEJA DE HACERLO. MIRA A SU PADRE QUIEN JUEGA CON SU MANO IZQUIERDA COMO UN NIÑO. VA HASTA UNA CESTA LLENA DE ROPA Y SACA UN UNIFORME DE LA BANDA DE LA POLICÍA. ESCUCHAMOS EL VIOLÍN DE INOCENTE.
LORENZA.- (IMITANDO A ISAAC) “Buenas noche, Lorenza” (MIRA A MARIO) Mire cómo me avergüenzan por su culpa... ¡Mire!... Me he convertido en una mueca por usted... y he tenido que ahogarme porque me quedé sucia y vacía por su culpa... ¿Cuándo va a volver a levantarse de esa silla... Porque ahora que si hace falta un hombre para que ningún Isaac Millán me trate como una pobre bicha... Me amenazó... ¡Levántese y búsqueme a Inocente...! A veces pienso que se ha quedado así, no porque no pueda levantarse ni moverse, sino para hacerme más desgraciada, para disfrutar cómo los otros se burlan de mí por haberle faltado... Pero Dios le va a castigar... ¡¡Le tiene que castigar!!
SE LLEVA LA SILLA DE MARIO HACIA UN CUARTO.

ARTICULACIÓN.












IV
El Destino.

EL MISMO LUGAR. HA PASADO UNA SEMANA. LUCÍA MIRA POR LA VENTANA CON EXPRESIÓN DE AMARGURA. ACABA DE DEJAR DE LLOVER Y DE VEZ EN CUANDO SE ESCUCHA UN TRUENO. LOS GRILLOS CANTAN. ENTRAS LORENZA CON TIJERA Y RECORTES EN MANO, PARA UN VESTIDO DE NIÑA. SE SIENTA EN LA MÁQUINA Y CUANDO VA A COMENZAR A COSER SE DA CUENTA DE LA PRESENCIA DE SU HERMANA.
LORENZA.- ¿Qué haces para a estas horas de la noche?
LUCÍA.- miro.
LORENZA.- ¿Por qué no me cuentas, Lucía?
LUCÍA.- No tengo nada que contar.
LORENZA.- Hace una semana que cambiaste la fecha de tu matrimonio y no me has dicho una sola palabra... ¿Por qué no me cuentas?
LUCÍA.- ¿Para qué?
LORENZA.- Para que te sientas mejor.
LUCÍA.- No me siento mal.
LORENZA.- ¿Para cuándo cambiaste la fecha?
UNA PERSNA CUBIERTA CON UNA SÁBANA BLANCA ENTRA SIN QUE LA DESCUBRAN.
LUCÍA.- No lo he decidido todavía.
LORENZA.- Seguro que la Isabela sí está enterada,... Lucía... cuéntame...
LUCÍA.- Después...
LORENZA.- (ARREGLANDO LOS RECORTES) Yo no me quería venir para acá... No quería... Aquí todo es raro, diferente a lo que yo estoy acostumbrada... He llegado a sentir lástima por Isabela... ahora sí comprendo su locura por salir de este pueblo... Yo quiero volver a Caracas, Lucía... pero solas... sin más nadie... Ya ni siquiera él mismo debe acordarse de que existo... a lo mejor se casó con otra mujer... Siento que pasa el tiempo y no quiero morirme aquí... Si me muero en Timotes no voy a descansar en paz... ¿Por qué no volvemos ahora... tú y yo? Bueno... y papá...
LUCÍA.- ¿A dónde?
LORENZA.- A La Pastora... Nosotras somos de Caracas...
LUCÍA.- Hace mucho tiempo que eso no me preocupa, Lorenza...
LORENZA.- ¡A mí sí! (COSE MIENTRAS HABLA) Yo me quiero ir... A mí me da envidia que Isaac quiera llevarte a Caracas... ¡Es verdad!
LUCÍA.- No quiero hablar de eso...
LORENZA.- Háblame de otra cosa...
LUCÍA.- Te sientes vieja, Lorenza...
LUCÍA SALE. LORENZA SE LEVANTA Y CIERRA LA VENTANA. EL HOMBRE DE LA SÁBANA BLANCA SE COLOCA MUYB CERCA DE ELLA. LORENZA NO LO DESCUBRE. LORENZA VUELVE A LA MÁQUINA Y REANUDA SU LABOR.
LORENZA.- ¿Por qué a las madres les dará por vestir a las niñas de monjita para hacer la primera comunión?... a mí me vistieron de novia... Era un vestido de encaje blanco... me lo cosió mi mamá... (A LUCÍA) ¿te acuerdas?
LUCÍA.- (VOZ) ¡No te oigo! ¿Qué dices?
LORENZA.- ¡¿Que si te acuerdas del vestido que me hizo mi mamá para la primera comunión?!
LUCÍA.- (VOZ) ¿El de la primera comunión?
LORENZA.- ¿Te acuerdas?
LUCÍA.- (VOZ) ¿Cómo no me voy a acordar? ¡Si tuve que llorar bastante para que no me lo pusieran a mí!
LORENZA.- Tú siempre arreglabas las cosas de esa manera: llorabas un poquito y todo el mundo hacía lo que la niña quería... En cambio a mí... Era la mayor; la que tenía que dar el ejemplo: la mejor hija, la mejor hermana, la mejor amiga, la mejor estudiante, la mejor costurera... Yo creo que eso me hizo hacerlo... quería ver lo que estaba del otro lado...
EL HOMBRE DE LA SÁBANA COMIENZA A ACERCARSE PARA ATACAR A LORENZA. CAE UN RALLO Y EL HOMBRE SE OCULTA. LORENZA PARECE PRESENTIR ALGO PERO NO LO DESCUBRE. MARIO CANTA.
LORENZA.- ¿Lucía?
LUCÍA.- (VOZ) ¡Sí!
LORENZA.- Trata de callar a papá que me estoy poniendo nerviosa con esa cantadera.
LORENZA COSE. ESCUCHAMNOS A LUCÍA QUE VA A CALLAR A DON MARIO.
LUCÍA.- (VOZ) ¡Ya, papá, vamos a acostarte!... ¡Lorenza...! ¡Papá tiene un ataque! ¡Quiere como pararse! ¡Ya papá! ¿Qué tienes?... ¡Lorenza, papá...!
SE ESCUCHA UN RUIDO, CAE UN RAYO. LORENZA SE PARA DE LA MÁQUINA Y LA LUZ DESCUBRE AL HOMBRE. LORENZA TRATA DE HACERSE LA DISIMULADA E IUNTENTA IRSE AL CUARTO, PERO INESPERADAMENTE SE GIRA Y SE LANZA SOBRE EL HOMBRE. CAEN AL PISO, SE BATEN Y LORENZA GRITA.
LORENZA.- ¡¡Aggghhh!! ¡¡Lucía!! ¡¡¡Lucía!!! ¡¡¡Hermana, ayúdame!!! ¡¡¡Ayúdame!!!
LORENZA CONTINUA BATIÉNDOSE CON EL HOMBRE DISFRAZADO. LUCÍA LLEGA CORREINDO Y VE LA ESCENA. EN UN PRIMER MOMENTO NO REACCION, PERO LUEGOM LLEGA A LA MÁQUINA, TOMA LAS TIJERAS Y SE LAS CLAVA AL HOMBRE. LORENZA SE ZAFA DEL HOMBRE QUE HA QUEDADO MUERTO EN EL PISO Y CALMA A LUCÍA QUE HA CONTINUADO DÁNDOLE CON LAS TIJERAS...
LUCÍA.- (HISTÉRICA)¡¡¡Lo maté!!!¡¡¡Lo maté!!! ¡¡¡Lo maté!!!
LORENZA DESTAPA EL ROSTRO DEL HOMBRE Y DESCUBRIMOS QUE ERA ISAAC MILLÁN.
LORENZA.- Lucía... Era Isaac... ¡¡Era Isaac Millán!! ¡¡¡Era Isaac Millán!!!
VEMOS LA TRANSICIÓN INMEDIATA DE LUCÍA. QUEDA PARALIZADA, SIN MUECA ALGUNA. LORENZA TRATA DE CALAMARSE AL VER EL ESTADO DE SU HERMANA.

LUCÍA.- (TRASTORNADA) Lo maté... Lo maté, Lorenza... Mate a mi marido.
LORENZA SE VA A APROXIMA PARA CONSOLARLA, PERO LUCÍA LA EMPUJA Y SE CLAVA LAS MISMAS TIJERAS EN EL CORAZÓN. MARIO GRITA EL NOMBRE DE SU HIJA. LORENZA GRITA DESESPERADA.
MARIO.- ¡¡¡Lucía!!!
LORENZA.- ¡¡¡Aghhhh!!!



ARTICULACIÓN.




















V
El Regreso.

EL MISMO LUGAR. HA TRANSCURRIDO ALGÚN TIEMPO. TODOS LOS MUEBLES ESTÁN CUBIERTOS CON SÁBANAS. LA MÁQUINA DE COSER YA NO ESTÁ EN LA CASA. MARIO PATIÑO ESTÁ VESTIDO DE LUTO, FRENTE A LA PUERTA COMO SI LO HUBIERAN COLOCADO ALLÍ PARASALIR. APARECE LORENZA CON EL ROSTRO ABATIDO, VESTIDA DE NEGRO CERRADO. CON UNA PEQUEÑA MALETA. SE DETIENE CERCA DE SU PADRE. LE DA EL VISTO BUENO. VUELVE SU MIRADA COMO DESPIDIÉNDOSE DEL LUGAR Y VEMOS A LAS IMÁGENS DE LUCÍA E ISAAC, MIRÁNDOLA. LORENZA LOS VE Y SE DESPIDE DE ELLOS. VA HASTA LA PUERTA DE LA CALLE, LA ABRE Y VA A BUSCAR A MARIO PARASALIR. LORENZA SALE EMPUJADNO LA SILLA DE MARIO Y LLEVANDO SU MALETA.
LORENZA.- (HACIENDO MUTIS) ¡Isabela, me voy de Timotes! ¡Me voy a Caracas a buscar a Inocente!
MARIO COMIENZA A GOLPEAR MOLESTO LA SILLA.
LORENZA.- ¡¡¡Voy a buscar a Inocente, isabela!!!¡¡¡Voy a buscar a Inocente!!!




Final De La Primera Parte






Segunda Parte
I
¿Quién Vino Cuando Murió El Director De La Banda De La Policía?
LA PASTORA. CARACAS. 1.959. LA CASA DE LAS PATIÑO MERENTE. URSULINA ROJAS TRATA DE ESCUCHAR DESDE LA VENTANA DE LORENZA LA ANIMADA REUNIÓN QUE HAY EN LA PUERTA DE LA CASA DE LAS ROJAS. ISABELA Y FELICIA ESTÁN IDIOTIZADAS CON LOS CUENTOS DEL JOVEN NICOLÁS CURIEL. URSULINA, MIRA DE VEZ EN CUANDO AL VIEJO MARIO PATIÑO, INÚTIL Y DETERIORADO EN SU SILLA DE RUEDAS Y CADA VEZ MÁS PARECIDO A UNA GÁRGOLA. SE ESCUCHAN LAS RISAS.
NOCOLÁS.- ¡Vino toda la policía política!
ISABELA.- ¡Santísima!
NICOLÁS.- Media hora antes del estreno los muchachos llenaron de mensajes de la Junta Patriótica en contra de la dictadura... “Se está cayendo la dictadura”, “Tres aviones acaban de pasar por arriba...”
FELICIA.- ¡Y entonces...?
ISABELA.- Tonta, que vino la Policía Política y recogió la propaganda.
FELICIA.- ¿Toda la Policía Política?
ISABELA.- ¡Ay, yo me muero! Ese fue el día que el cuadro que había colgado tío Mario del General se cayó solito del clavo, chica. Como cosas de brujería. Yo se lo dije a Lorenza: “¡Hoy está pasando algo grande!”.
NICOLÁS.- No dejaron entrar a nadie hasta recoger todos los panfletos.
FELICIA.-¡Qué susto!
ISABELA.- Y eso no fue todo.
NICOLÁS.- Por supuesto que no: se nos metieron en los subterráneos y nos iban siguiendo con unas linternas enormes
FELICIA.- ¿Ay, chica, qué guarandinga es esa?
ISABELA.- La dictadura, mijita.
FELICIA.- Yo no sabía que eso era así...
NICOLÁS.- Yo tuve un contratiempo con uno de esos que nos perseguían: iba haciéndose el loco detrás de las muchachas y yo lo iba viendo... hasta quería ir también pa’l baño con las muchachas, ¡¿ah?!
RISAS.
NICOLÁS.- La dictadura. Yo tuve que esconder al muchacho que hacía de Don Juan, Juan Catalá, hijo del viejo José Agustín. Manos enormes. Estudiante de medicina.
ISABELA.- ¿Con el que estaba en el cine?
NICOLÁS.- El mismo.
ISABELA.- Buenmozo, ¿verdad?
NICOLÁS.- ustedes me pueden creer que él no sabía lo que estaba haciendo. “¿En qué me metió Nicolás”. Dos días antes del estreno “ ¿en qué me metió Nicolás?”
FELICIA.- ¿Dos días antes del estreno?
NICOLÁS.- Dos días antes del estreno. Era de una virginidad total... Dos días antes del estreno me dijo... Porque la parte de él... La parte de él, nada más que de él, era un libro como de trescientas páginas. La parte que él tenía que decir (IMITÁNDOLO EN TONO DE BURLA) “Tengo QUE explicarte, Nicolás, porque yo en verdad... yo soy un tipo más bien tímido! (EN ATAQUE DE RISA)¡Dos días antes del estreno! Yo le dije: “ bueno, chico, esa timidez te la guardas esa noche... (HISTRIÓNICO)... además, convénzase usted, todos los actores que han hecho Chejov son en realidad tímidos” ¡Cinco Mil personas en el Aula Magna y él con timidez!
AMBAS.- (SORPRENDIDAS)¡Cinco mil personas en el Aula Magna!
NICOLÁS.- (GRANDILOCUENTE)¡Cinco mil personas en el Aula Magna! ¡Los móviles de Calder estuvieron a punto de venirse abajo...! ¡Los estudiantes colgaban de los móviles de Calder!
ISABELA.- ¡Qué horror! ¡Pudo ocurrir una tragedia!
NICOLÁS.- ... Y aquella masa. Venía el Don Juan Tenorio y se llevaba a Doña Inés en los brazos, porque se la estaba robando de la abadía...
ISABELA.- ¡Qué romántico...!
ISABELA VOLTEA Y MIRA A URSULINA Y LE HACE SEÑAS PARA QUE MIRE A DON MARIO. ELLA DICE QUE ESTÁ BIEN Y SIGUE EMBEBIDA.
NIOCOLÁS.- ...Y el público (IMITANDO EL RUGIDO DEL PÚBLICO) “Ruuuuaaa”, el aplauso, se venía abajo el Aula magna... Se paraban todos chico, chico, y uno volteaba hacia arriba y veía el poco de cachuchitas. ¡Todos eran dirigentes clandestinos de la Junta; todos políticos... Políticos que habían salido de sus conchas. ¿Se imaginan? Durante diez años metidos en sus conchas, escondidos.
FELICIA.- ¡¿Y cómo salieron?!
ISABELA.- A mí me hubiera dado un peteté, facilito
NICOLÁS.- ¡No, hombre! Los maquillábamos y los sacábamos con unas cachuchitas, disfrazados de portugueses y de italianos. Hacíamos de todo; Rafael Briceño y yo...
AMABAS.- ¡¡¡Ayyyy, el actor!!
NICOLÁS.- ...los maquillábamos y les buscábamos ropa, entonces ¡¿ah?! Estaban asombrados, en una plaza pública por primera vez, porque ¡¿ah?!... Habían perdido el sentido de las masas; estaban luchando por las masas y no sabían lo que era una masa, ¡¿ah?! No sabían lo que eran más de dos personas juntas en la calle, porque las visitas de aquellos tipos altos era... catastrófico... ¡¿ah?!
FELICIA.- Dicen que la democracia no es así...
NICOLÁS.- Porque ellos se atrevieron. Las organizaciones políticas se atrevieron audazmente y mandaron a salir a sus líderes porque sabían que la dictadura no iba a poder... y efectivamente.
ISABELA.- mi papá me dijo antes de mandarme escondida a Caracas que no me preocupara, que era posible que el General volviera, porque este desorden era muy grande y que lo que venía después iba a ser peor.
NICOLÁS.- ¿Quién es tu papá, mija?
ISABELA.- Mi papá...
FELICIA.- (ATAJANDO A ISABELA) ¡Ay, Nicolás, no le hagas caso a Isabela.
ISABELA.- No, hágame caso... Fíjate la disparadera por todos lados... y los meten presos y los vuelven a sacar; y los sacan y los vuelven a meter...
FELICIA.- aquí meten preso ahora a todo el mundo, chica. Hasta Capriles salió preso y hasta se dejó la barba para verse más interesante, con caché.
NICOLÁS.- (REFLEXIVO) El Don Juan. Para que ven, chico, las cosas de la historia: aquella quincallería verbal que no dice nada; porque el Don Juan de Zorrilla, que es el más bandido de todos, es una cosa para que suene “ojón” con “tirabuzón” y “contigo no son”, no dice nada, porque no era el de Tirso, que es una maravilla de ensayo sobre el hombre ¡¿ah?! ¡¡¡Pero aquello, chico... aquello fue el arma para inaugurar una nueva era...!!!
INESPERADAMENTE ENTRA UN HOMBRE MUY ELEGANTE, EN LA CASA DE LAS PATIÑO, SIN QUE LO NOTEN. URSULINA SE ASUSTA AL DESCUBRIRLO. ES INOCENTE CARREÑO. SE LE ADIVINA UNA VIDA INTERIOR MUY AGITADA. MARIO ESTÁ DORMIDO Y NO LO VE LLEGAR.
URSULINA.- ¿Sí? ¿Qué desea?
INOCENTE.- Es esta la casa de los Patiño Merente.
URSULINA.- Sí, pero...
INOCENTE.- ¿La señorita Lorenza?
URSULINA.- No está.
INOCENTE.- ¿Vive aquí todavía?
URSULINA.- ¿De parte de quién?
INOCENTE.- De un... ¿Usted no es Lucía, verdad?
URSULINA.- (SE PERSIGNA) No, señor, en paz descanse.
INOCENTE.- ¿Murió?
URSULINA.- Hace tres años (PAUSA) ¿Usted es amigo de la familia?
INOCENTE.- Hace tres años (RECONOCE A MARIO) Sí, digamos que sí.
URSULINA.- Lorenza está trabajando.
INOCENTE.- ¿Trabajando?
URSULINA.- Claro; desde que el maestro está así a ella le ha tocado sacar la casa adelante. Si usted quiere le llamo a Isabela.
INOCENTE.- Isabela. ¿La hija del General Patiño?
URSULINA.- ¡Shhh! No lo diga muy duro que las paredes tiene oídos. A ella la mandaron para acá por precaución. Usted sabe. Vino a vivir con su prima desde que murió Lucía, comenzó todo el movimiento aquel y tumbaron al general. Usted sabe: policías por todos lados...
INOCENTE.- Sí...
URSULINA.- No conviene que sepan que ella está aquí. Mientras Lorencita trabaja ella le ayuda a cuidar al maestro.
INOCENTE.- ¿Y usted?
URSULINA.- La vecina del frente. Es que un amigo vino a visitar a mi hermana, un tal Nicolás Curiel que es famoso porque es director del Teatro universitario... preguntó por Isabela y ella fue a saludarlo. A mí me tocó quedarme (SEÑALANDO A MARIO) para cuidar al maestro. Solidaridad.
INOCENTE.- ¿Desde cuándo está así?
URSULINA.- ¡Usted si pregunta...!
INOCENTE.- Disculpe.
URSULINA.- Pero yo le voy a contestar porque me parece simpático.
INOCENTE.- ¿Simpático?
URSULINA.- Sí, por lo menos no es odioso cuando hablo. Usted sabe: los hombres machos. De esos a los que no les gusta hablar mucho con una porque creen que pierden la hombría. Usted por lo menos pregunta. (PAUSA) El maestro está así desde hace bastante tiempo. Estaba Felicia recién nacida y yo estaba chiquitica.
INOCENTE.- Está exagerando. Yo no veo a la familia desde hace seis años.
URSULINA.- ¿Y cuántos cree que tengo yo? Mentira; yo creo que tiene ese mismo tiempo así.
SILENCIO. INOCENTE LE HABLA A MARIO CON DELICADEZA.
INOCENTE.- Mario. Mario Patiño ¿No me recuerda, maestro?
MARIO LO MIRA SIN RECONOCERLO Y AL HACERLO SE ASUSTA.
URSULINA.- Ni siquiera habla, qué angustia. A veces hace unos ruidos raros, muy feos pero nada, es peor. Mis hermanos mayores dicen que tenía mucho talento. Yo nunca lo escuché. Me da lástima. Dicen que desde que dejó la Banda de la Policía nada fue igual. Dicen que se volvió loco del dolor.
INOCENTE.- ¿Del dolor?
URSULINA.- Cosas de familia. Usted sabe.
INOCENTE.- Umjú.
URSULINA.- Yo se lo voy a decir, pero usted no lo repite ¿oyó?
INOCENTE.- ¿Me lo va a decir?
PAUSA.
URSULINA.- No; mejor no se lo digo porque es muy feo. Voy a llamar a Isabela ¿Quiere esperar?
INOCENTE.- Si no le molesta que me quede aquí.
URSULINA.- Es amigo de la familia. No creo que haya problema.
INOCENTE.- ¿Problema? No.
URSULINA.- Permiso.
URSULINA SALE A BUSCAR A ISABELA. INOCENTE SE SIENTA Y ENCIENDE UN CIGARRILLO MIENTRAS MARIO LO MIRA ATERRADO.
INOCENTE.- ¿Cómo está, señor director? ¿Me recuerda? ¿No? ¿Seguro? Yo sé que una persona como usted no se puede olvidar de mí, profesor. Usted es muy inteligente. Usted está un poco más... no sé.. ¿Indefenso, será la palabra? (AMENAZADOR) Lo que lamento es que se va a morir y ni siquiera pudo pedirle perdón a su hija Lorenza. A Lorenza. A su hija, ¿la recuerda? Sí. La que me hacía los uniformes para verme a la altura de su música. Una altura que no logró nunca la limpieza de ninguno de mis uniformes. Sí, yo sé que usted no nos puede haber olvidado ni un segundo de todos estos años. Ni siquiera voy a sentirme criminal. Porque planee hacerle mil cosas allá, en París, donde usted me envió con los esbirros. No voy a tener que tocarlo siquiera. ¡París! ¡Se acordó de París! ¿Huye? ¿Por qué? Es de mala educación no atender cuando le habla una persona. París es hermoso, ¿sabe? Al principio me pregunté por la Torre Eiffel y por el Arco del Triunfo; después me imaginé que me los había escondido para mortificarme. Pero al parís que usted me envió a “perfeccionarme” le habían robado la Torre, El Arco y la Sorbona hacía muchísimo tiempo, y en lo que lo perfeccionaban a uno no era en aquello del violín, qué va, sino que lo perfeccionaban a uno en otra cosa que me ha servido bastante estos últimos años y fíjese: yo pensaba que me iban a raspar más rápido de lo que imaginé; que no iba a llegar vivo a la graduación y ya ve, estoy aquí. Eso sí, tuve mucha paciencia, porque eso es lo que más se aprendía en París y yo lo aprendí. ¡No se vaya! Voy a tener que pensar que quiere huir de mí. Yo lo que le vengo a decir es que vengo a buscar a Lorenza, su hija, y que ya no tiene que cuidarla más... que se puede morir ahora mismo si quiere. Ahora mismo, señor director. ¿Para qué esperar más? ¡Muérase! ¡¡Muérase ya!!
MARIO MUERE. INOCENTE HUYE. LLEGA ISABELA CON URSULINA.
URSULINA.- Este es el señor... ¿Y el señor?
ISABELA.- ¡Ursulina, mi tío!
URSULINA.- ¡Ay, manita, se murió!


ARTICULACIÓN.



















Segunda Parte
II
Se Metió Un Comunista A La Casa.

1.960. EL MISMO LUGAR. TARDE. ISABELA ESCUCHA LA RADIONOVELA “ MARTÍN VALIENTE, EL AHIJADO DE LA MUERTE” EN LA GRAN RADIO.
NARRADOR.- La mujer miró a Martín valiente, el ahijado de la muerte, con lágrimas en los ojos. Nadie podía imaginar las verdaderas intenciones que habían llevado a Berenice hasta el paladín de los pobres y desamparados, el Defensor Justiciero.
BERENICE.- (LLORANDO) Martín, debes creerme. ¿Por que nadie cree en mí?
NARRADOR.- Martín trata de resistirse, pero la aparente debilidad de la bella bruja lo hace flaquear, mientras en la oscuridad el Monstruo del Güaire acecha.
MARTÍN.- Berenice, qué bella eres... Berenice yo...
BERENICE.- No, Martín, no digas nada. No es necesario.
ISABELA.- ¡Ay, santísima lo van a matar!
NARRADOR.- Martín Valiente, se aproxima a la mujer y ésta, maquinando la estrategia con la que arrojará a nuestro defensor a las garras del averno, se lanza sollozando en los brazos del inocente, colocándolo de espaldas al lugar donde se encuentra el asesino.
BERENICA.- Martín.
MARTÍN.- Berenice.
BERENICE.- ¡Oh, Martín!
NARRADOR.- La pérfida va llevando a “El Ahijado de la muerte” al lugar donde podría estar su tumba. En la oscuridad, el degenerado levanta el hacha.
ISABELA.- ¡Cuidado, Martín, el monstruo del Aguirre está ahí! ¡Qué venga alguien a ayudarlo!
NARRADOR.- ¿Qué sucederá con nuestro defensor de la justicia? Todo parece indicar que se dirige a su fin. ¿Berenice, logrará conseguir el tesoro que oculta la atribulada María Mandioca, en algún lugar de la finca de Oscar Meneses, después de que su secuaz, “El Monstruo del Güaire”, mate con el hacha a nuestro paladín?
ISABELA.- ¡Qué venga alguien, Dios mío!
NARRADOR.- ¿Frijolito, habrá muerto en el sótano de Rafael Naranjo?
ISABELA.- Yo creo que no...
NARRADOR.- ¿Cómo saberlo? La vida de Martín Valiente parece estar llegando a su fin. La puerta del desván se va abriendo poco a poco (EFECTO DE SONIDO), para dar paso al arma homicida. Berenice va llevando al incauto a la meta, pero de pronto se escucha un disparo y un grito (EFECTO DE SONIDO)
FRIJOLITO.- ¡Señol Maltín! ¡Cuida’o, señol Maltín!
NARRADOR.- ¿Quién habrá gritado con tan aterradora urgencia? Lo sabremos mañana en el próximo capítulo de “Martín Valiente, el ahijado de la muerte”, por Radio Rumbos, su emisora de confianza. Sigan ahora con... la vida de las canciones”
ISABELA APAGA LA RADIO MOLESTA. SE ESCUCHAN TIROS EN LA CALLE. ISABELA SE ASUSTA Y SE ABRAZA A LA RADIO. FELICIA ENTRA CORRIENDO.
FELICIA.- ¡Ay, Isabela, hermana, ¿qué es esto? ¡Plomo por todos lados!
ISABELA.- ¡Mujer de Dios! ¿qué haces tú en la calle con la situación como está?
FELICIA.- Es que fui a la pulpería de Cruz a comprar la comida.
ISABELA.- ¿Y eso por qué? ¿El abasto de los portugueses no queda en la esquina?
FELICIA.- Es que quería enterarme de una cosa y aproveché que tenía que comprar la comida y bajé; yo no me imaginé que a los guerrilleros le iba a dar por meterse hoy por La Bajada Del Perro.
ISABELA.- Se meten todos lo días por aquí, Felicia.
FELICIA.- Uno no sabía que con la democracia esto se iba a poner tan feo. Si yo hubiera sabido que todo esto iba a pasar, hubiera preferido que se quedara el General. Estos desórdenes, comunistas por todos lados corriendo como ratas, disparos cada cinco minutos; Plan de Emergencia, te dan cincuenta bolívares, ¿pero dónde compras qué?; una nunca se imaginó que hubiera tanta bala suelta y tanto gatillo alegre.
ISABELA.- Quédate tranquila, chica, que si oyen un ruido son capaces de meterse pa’ca creyendo que estamos escondiendo a alguien.
SILENCIO.
FELICIA.- Isabela.
ISABELA.- ¿Sí?
FELICIA.- ¿Te enteraste que en la casa del musiquito, el que le echó la broma a tu prima, hay gente?
ISABELA.- ¿Sí? ¿Quién te contó?
FELICIA.- Natividad, mi hermano. Me dijo que pasó por ahí y vio a una gente metiendo un juego de recibo de paleta y un juego de comedor de ceiba. Me dijo que hasta tenían televisor... y grande...
ISABELA.- ¡Chica...! ¿Tú crees?
FELICIA.- No sé; yo me imagino que si alguien vive en los Parises, tiene que tener televisor, porque ésa, dicen, es la ciudad luz, ¿no?
ISABELA.- Como que sí. ¿No vio a nadie?
FELICIA.- a los hombres de la mudanza.
ISABELA.- No. A alguien de la familia.
FELICIA.- El musiquito no tiene familia en Caracas; esa casa era de su tía abuela y cuando murió le quedó de herencia a él.
ISABELA.- Chica, qué raro, ¿verdad?
FELICIA.- ¿Verdad? Por eso fue que fui a comprar la comida case Cruz y no case los portugueses.
ISABELA.- Me hubieras dicho y yo te hubiera acompañada “incontinenti” (PAUSA)¿Por qué no echamos una pasadita?
FELICIA.- ¡¿Estás Loca?!
ISABELA.- Una tiene que enterarse de esas cosas porque la tranquilidad de mi prima-hermana está en salsa.
FELICIA.- ¡En salsa vamos a estar nosotras si nos asomamos al portón!
ISABELA.- ¿Tú mamá sabe que fuiste sola a comprar caraotas a case Cruz?
FELICIA.- Tas loca, me mata a palo.
ISABELA.- Alguien podría contarle a Doña Felicia.
FELICIA.- ¿Quién?
ISABELA.- No sé, pero podría enterarse de que su muchachita estaba en medio de una balacera curioseando la vida ajena.
FELICIA.- ¡Isabela! ¿Tú no serías capaz?
ISABELA.- Tú sabes que soy tan boquifloja...
FELICIA.- ¿Por eso es que a nadie se le ocurre venir a decirte nada.
ISABELA.- Mentira, cuando alguien quiere que otra persona se entere de algo me lo cuenta a mí.
FELICIA.- Yo no sé quién me mandó venir a decirte nada.
ISABELA.-¿Me vas a acompañar?
FELICIA.- A veces me caes mal.
VAN A SALIR PERO SE ESCUCHAN DISPAROS. SE ASUSTAN. UN HOMBRE CON REVOLVER SE METE EN LA CASA. LO VIENEN SIGUIENDO TRES POLICÍAS.
FELICA.- ¡Coooo!
ISABELA.- ¡¿Qué es esto?!
EL HOMBRE CON DISEÑA LAS APUNTA CON UNA PISTOLA Y LES ORDENA QUE SE MANTENGAN CALLADAS. AFUERA SE ESCUCHAN LAS CARRERAS DE SUS PERSEGUIDORES.
ESTEBAN.- ¡Párate!
POLICÍA 1.- ¿Dónde se metió?
POLICÍA 2.- ¿Por dónde se fue?
ESTEBAN.- Ustedes cojan por allá y yo por aquella calle.
POLICÍA.- Debe haberse escondido en alguna de estas casas.
ESTEBAN.- ¡Si no lo encontramos vamos a tener que allanar algunos hogares por aquí!
LAS MUJERES NERVIOSAS PARAECEN QUERER REACCIONAR, PERO EL HOMBRE LAS CALLA BAJO AMENAZA.
CARLOS.- ¡Calladitas! ¡Shh! ¡Calladitas o disparo!
ISABELA.- ¡usted está loco, señor!
CARLOS.- ¡Shh!
ISABELA.- ¿Cómo puede venirse a meter en esta casa? Mi papá es policía y debe estar por llegar!
CARLOS.- ¡Escóndanme, por favor! ¡No les voy a hacer nada!
FELICIIA.- Usted probablemente no, pero si esos señores que lo perseguían se llegan a enterar que está aquí se va a formar la tángana.
CARLOS.- Ustedes no pueden entregarme... ¡Me van a matar!... ¡y primero se muere aquí otra gente!
FELICIA.- ¡Entienda nuestra situación!
CARLOS .- Entiendan la mía... Si esos esbirros me agarran, no me salva nadie.
ISABELA.- ¡Pero aquí no hay dónde esconderlo!
CARLOS.- ¡Tiene que haber!
ISABELA.- ¡Qué no, le digo! Todos los cuartos están abiertos y si vienen a buscarlo nos vamos a meter en problemas.
CARLOS.- Si yo no salgo de esta, ustedes tampoco, así que a ver cómo hacen. Vamos, busquen, que yo no estoy jugando. ¡Busquen en dónde me van a meter!
ISABELA.- ¡Mi papá es policía!
CARLOS.- Yo no le he preguntado la profesión de su papá.
FELICIA.- Ni lo haga.
CARLOS.- ¡Vamos, caminando!
FELICIA.- ¡Qué desgracia!
ISABELA.- ¡Ay, Felicia, estas cosas solamente pasan en Caracas!
CARLOS.- ¡Se me van callando! ¡Vamos, caminen callaítas y no les va a pasar nada!.
FELICIA.- Pero si estamos callaítas.
CARLOS.- ¡Callejón Carmona! ¡Vamos, pues!
ISABELA.- (LE QUITA LA BOLSA DE LA COMINDA) Mire, señor, yo no vivo aquí. Yo casi ni conozco a esta señorita. Vamos a hacer una cosa, usted me deja ir con mis caraotas pa’ mi casa y a mí se me va a olvidar que a esta casa entró un hombre... un perseguido político.
FELICIA.- ¡Qué es Isabela, esas caraotas son mías y la que no vive aquí soy yo! (LE ARRANCA LA BOLSA Y QUEDAN TIRADAS EN EL PISO) Y mi mamá me está esperando pa’ montar el almuerzo.
CARLOS.- (DESESPERADO) ¡Se me callan, carajo!
ISABELA.- ¡Ay, dijo una grosería...!
CARLOS.- Si alguna de las dos vuelve a abrir la boca, me podría poner nerviosos... y yo cuando me pongo nervioso no respondo del gatillo de mi revólver y comienzo a disparar como un loco ¡¿Entendido?!
ISABELA.- Perfectamente, ¿verdad, Isabela?
FELICIA.- Umjú.
ISABELA.- Entendiíto.
CARLOS.- Vamos pues...
HECEN MUTIS APUNTADAS POR CARLOS HACIA LAS HABITACIONES. LLEGA LORENZA CORRIENDO CON URSULINA. VIENE DEL TRABAJO.
LORENZA.- ¡Llegamos!
URSULINA.- No se puede andar por la calle con esa disparadera todo el día. Yo se lo dije a don Aarón: o esto se para o voy a tener que dejar de ir a trabajar a la fábrica, porque una vive en ascuas, en una zozobra total, corriendo pa’l trabajo, corriendo pa’ la casa. Mi mamá dice que por el camino que va ninguna de nosotras vamos a sufrir de várices cuando sea vieja. Dicen que en la esquina del Carmen la Virgen apareció y en la maternidad nació un niñito con dos cabezas y una enfermera cuando lo vio, dijo: “¡Ay, qué niñito tan feo!” Y el carricito abrió los cuatro ojos y dijo “¡feo; feo es lo que va a pasar el veintisiete de febrero!” Y se murió. Esto tiene que ver con Dios, porque la gente que vio a la Virgen dicen que dijo que esto se acomodaba o el Ávila se iba a abrir ye el mar iba a inundar toda Caracas.
LORENZA.- Sandeces.
URSULINA.- No; no son inventos, mujer, salió hasta en El Nacional. Radio Rumbo lo dijo esta mañana y Continente también.
LORENZA.- (CASO OMISO) Ursulina, creo que voy a dejar de trabajar con Aarón y voy a montar mi propio negocio.
URSULINA.- ¿De qué?
LORENZA.- De corte y confección.
URSULINA.- (CAMBIA EL TEMA) ¿Te diste cuenta que las ventanas de la casa de la señorita Carreño estaban abiertas?
SILENCIO. LORENZA RETOME EL TEMA.
LORENZA.- Voy a comenzar aquí en la casa y tengo vista una casita en la marrón que podría servirme más adelante.
URSULINA.- Tú a veces me asombras, Lorenza: un día estás de luto cerrado por tu papá y otro te vistes de flores; un día no tienes para caerte muerta y otro has decidido montar tu propio negocio... y para eso se necesita plata.
LORENZA.- ¡Yo estoy escuchando ruidos en la calle!
URSULINA.- Pero para montar un negocio se debe tener. Tienes que pagar un abogado, una especie de representante para que se encargue de la compra o alquiler, porque aquí a las mujeres solas nanai-nanai, nadie les hace caso.
SE ESCUCHAN UNAS CARRERAS.
LORENZA.- ¡No escuchas unas carreras en la calle? ¡Isabela!
ISABELA.- (OFF)Ya vamos.
URSULINA.- (ASOMADA POR LA VENTANA) ¡Ay, Lorenza, unos hombres armados están entrando en mi casa y otros case los gallegos y otros están entrando... ¡Aquí!
IRRUMPEN VIOLENTAMENTE TRES POLICÍAS DE CIVIL.
LORENZA.- ¡¿Qué es esto?! ¡Esto es un abuso! Ustedes no pueden entrar en esta casa de familia como si fuera una case citas.
ESTEBAN.- ¡Esto es un allanamiento, señorita, y es mejor que no se subleven porque pueden salir perdiendo!
LORENZA.- ¡Explíquenme por lo menos por qué entran así!
ESTEBAN.- ¡No se altere, le dije! Los allanamientos no se explican. Estamos Persiguiendo a un comunista. Tiene que haberse metido por estos lados. ¿Quiénes viven aquí?
LORENZA.- Mi prima Isabela y yo. Ella es una vecina que trabaja conmigo en la fábrica del señor Aarón Goldman en El Silencio.
URSULINA.- Ropita Infantil.
ESTABAN.- ¡¿Qué?!
LORENZA.- Ropita infantil es la que distribuimos en negocios como La Gran Canastilla, Pequeño Bebé, Cielitos y Korda’s Modas.
ESTEBAN .- (FASTIDIADO GIRA ÓRDENES) Busquen en los cuartos, la cocina y el corral, y si ven a algún gracioso disparen primero y pregunten después..
LOS POLICÍAS VAN A LOS CUARTOS.
ESTEBAN.- ¿Desde cuándo viven ustedes aquí?
LORANZA.- Esta casa ha sido de mi familia desde que La Pastora es Pastora.
ESTABAN.- ¿Qué hacen en la fábrica?
AMBAS.- Somos costureras.
ESTABAN.- ¿Tiene hermanos?
LORANZA.- Ojalá.
ESTEBAN.- ¿Se está haciendo la graciosa?
LORENZA.- No lo crea.
RUIDOS.
ISABELA.- (OFF) ¡No empuje!
FELICIA.- (OFF) ¡Una no gana pa’ golpe!
ISABELA.- (OFF) ¡Qué no me empuje que esta silla pesa mucho!
POLICÍA 1.- ¡Caminen sin rechistar!
FELICIA.- (OFF) Ayy.
LOS POLICÍAS TRAEN APUNTADAS A FELICIA Y A ISABELA QUIEN TRAE EMPUJANDO LA SILLA DEL VIEJO MARIO EN LA QUE ESTÁ SENTADO COMO UN RETARDADO MENTAL CARLOS GONZÁLEZ.
POLICÍA 2.- No hay más nadie en la casa, señor.
ESTEBAN.- ¿Registraron bien?
POLICÍA 1.- De cabo a rabo. Todas Las puertas están abiertas y se comunican y no hay dónde esconderse.
ESTEBAN.- (A LORENZA) ¿Quiénes son estas personas?
POLICÍA 2.- ¡Conteste!
ISABELA.- (RÁPIDA) Yo soy Isabela Patiño Borbón y Pámpatar, nací en Caracas, Venezuela, cuna del Libertador y fui criada, en contra de mi voluntad, en un pueblo de los Andes venezolanos que se llama Timotes y que nadie conoce. No me sé el número de mi Cédula de Identidad, pero yo no soy colombiana, vivo aquí con mi prima Lorenza Patiño Merente, de la que tampoco, me sé la Cédula de Identidad, pero se la pueden preguntar porque es esta que está aquí. Ella trabaja de costurera casa de un Nazi.
ESTEBAN.- ¡¿Nazi?!
LORENZA.- ¡Judío! Se llama Aarón Goldman.
ISABELA.- Bueno se llama Aarón Nazi y es Judío y es muy bueno, le dio trabajo primero a mi prima y después a Ursulina que es ella, que es hermana de Felicia que es ésta que tiene que llevar esas caraotas para su casa para que su mamá haga el almuerzo y si no llega ahorita, no va a haber nada de comer en su casa y todo el mundo se va a morir de hambre; y usted, que vela por la seguridad y bienestar del estado, no quiere que su familia se muera de hambre ¿verdad?
LLORAN ISABELA Y FELICIA.
ESTEBA.- (REFIRIÉNDOSE A CARLOS) ¿Quién es el señor?
ISABELA.- ¡¿Él?! Él es... Es mi tío Mario.
SORPRESA GENERAL.
ISABELA.- Una vez cogió una rabia mientras comía y se quedó pasmado.
LORENZA.- Sí, es verdad. Ni siquiera puede hablar.
URSULINA.- ¡Ay, Isabela, (SE ACERCA A VERLO DE CERQUITA Y CARLOS LE SACA UNA PISTOLA Y ELLA LE PEGA POR LA MANO Y ÉL ESCONDE EL ARMA) tienes que cambiarlo, está muy sucio...!
ISABELA.- es que me distraje hablando con Felicia. Y cuando iba a cambiarlo pasó todo esto.
URSULINA.- Pobrecito, el doctor Domínguez Sisco dijo que podía morirse en cualquier momento.
FELICIA.- Sí, Domínguez Sisco, en el Conde.
ESTEBAN.- ( A LOS POLICÍAS) ¡¿Entonces, nada?!
POLICÍA 1.- Aparentemente, señor.
ESTEBAN.- Vayan cercando el próximo punto, inmediatamente.
AMBOS.- Sí, señor. (HACEN MUTIS)
ESTEBAN.- Ustedes disculpen, pero es orden superior (A CARLOS) Los comunistas atentan contra el bienestar social.
ISABELA.- ¿Y la democracia contra qué...?
FELICIA.- (DÁNDOLE UN PELLIZCO) ¿Qué?
ISABELA.- No, que no entiendo cómo pueden estar en contra de la democracia. En Timotes no es así.
ESTEBAN.- (A CARLOS) Buenas tardes. (HACE MUTIS)
TODOS.- Buenas.
GRAN SILENCIO.
LORENZA.- Isabela.
ISABELA.- ¿Sí, prima?
LORENZA.- Isabela, tú tendrías la amabilidad y la cortesía de explicarme de qué trata todo esto.
ISABELA.- Ay, prima lo que pasó fue...
INESPERADAMENTE CARLOS SE LEVANTA APUNTANDO CON EL ARMA.
CARLOS.- Aquí el único que explica soy yo.
TODAS.- ¡¡Ayyy!!





ARTICULACIÓN.






III
Gumersindo, sácame al negro de la casa de Lorenza.

INOCENTE HABLA CON GUMERSINDO DESDE LA PENUMBRA DE LA OFICINA.
INOCENTE.- No es venezolano.
GUMERSINDO.- No, señor, no es venezolano.
INOCENTE.- ¿De dónde, Gumersindo?
GUMERSINDO.- Aún no lo sé, pero averigüé que es Judío.
INOCENTE.- Otro judío que viene a buscar dinero en el país. El país se nos va a convertir en un país de judíos y sinvergüenzas.
GUMERSINDO.- Usted puede comprar el país si quiere.
INOCENTE.- Ese dinero pertenece a la Causa. Mi tía- abuela me lo dijo bien claro: La causa... ¿Cómo se llama el judío?
GUMERSINDO.- Aarón... Aarón Goldman.
INOCENTE.- Esos judíos si saben.
GUMERSINDO.- Ha trabajado duro por el taller de costura.
INOCENTE.- Es lo mínimo que tiene que hacer si piensa sacarnos la plata.
GUMERSINDO.- La señorita Lorenza fue su primera empleada y ha resultado tan eficiente que actualmente es la encargada de la supervisión del taller de costura.
INOCENTE.- Ella siempre ha sido muy eficiente.
GUMERSINDO.- La de más estima por parte de Goldman. Ayer averigüé que está preguntando por un local en la esquina de la Marrón. Por lo que deduzco que quiere independizarse.
INOCENTE.- ¿Tiene con qué?
GUMERSINDO.- Los número que me dieron en el banco me dicen que no posee un gran capital, ni un buen asesor.
INOCENTE.- ¿Y qué estás esperando, Gumersindo? La señorita Lorenza no quiere trabajar más con el judío... Ya abrimos la casa de la Pastora y te pusimos a vivir allí para que manejes tu consultorio jurídico. Estoy seguro que todos se preguntarán por la persona que vive en la casa y entre ellos Lorenza, por supuesto.
GUMERSINDO.- Por supuesto.
INOCENTE.- Un abogado está en capacidad de asesorar a un futuro comprador, ¿o me equivoco?
GUMERSINDO.- De ninguna manera, señor.
INOCENTE.- Entonces, usted me coloca su carteloncito ofreciendo sus servicios a La Pastora. A lo mejor conseguimos a algún industrial en bruto y se nos vuelve una mina ¿Ah, Gumersindo?
INOCENTE DESAPARECE. GUMERSINO ARREGLA UNOS DOCUMENTOS. IRRUMPE ISABELA.
ISABELA.- Permiso. La puerta estaba abierta y usted sabe cómo es una: pasé. Yo soy vecina desde hace poco, la que más ha vivido aquí ha sido mi prima. Pero ella está ocupada y yo salí a comprar la comida. Iba a case los portugueses de la esquina, pero como me dijeron que usted y que es abogado, bajé a comprar medio kilo de lagarto con hueso, fideos, unas verduritas, huevos, limones y un compuesto. Y así aprovechaba y lo conocía.
GUMERSINDO.- pase adelante. (LE EXTIENDE LA MANO) Gumersindo Méndez.
ISABELA.- Isabela Patiño.
GUMERSINDO.- Usted dirá. ¿En qué puedo servirla?
ISABELA.- Hay un negro que nos está acosando, y mi prima y yo tenemos miedo de que ocurra una desgracia en la casa.
GUMERSINDO.- ¿Un negro?
ISABELA.- Un negro comunista.
GUMERSINDO.- ¿Desde cuándo?
ISABELA.- Desde...
SE CONGELAN. LA CASA DE LORANZA. CARLOS SE HA LAVADO LA CARA EN EL AGUAMANIL MIENTRAS LORENZA SURCE UN PAÑITO. CARLOS MIRA CON LASCIVIA A LA MUJER Y ELLA SE PONE NERVIOSA.
CARLOS.- (morboso) Tu prima no está...
SILENCIO.
CARLOS.- Fue a comprar la comida para el almuerzo case los portugueses. Tenemos tiempo. Tú eres una mujer muy bella. ¿No te lo habían dicho? Tu prima es muy muchacha todavía, pero tú eres una mujer.
SILENCIO
CARLOS.- A mí me gustan las mujeres como tú. Lo hacen sentir vivo a uno. Las muchachas son buchipluma no má’. En cambio, las mujeres como tú...¿Tienes miedo?
SILENCIO
CARLOS.- Me gusta cuando no hablan. No siente un miedo sabroso, ¿verdad’... No me contestaste... ¿Tienes marido?... me gustan las mujeres con el pelo como el tuyo... No me tengas miedo. Yo no soy el coco. Tienes una piel suavecita.
LORENZA.- (APARTANDO LA MANO DE CARLOS) No me toque, por favor.
CARLOS.- ¡Pero tienes lengua! Yo pensaba que te la habían comido los ratones... Yo quiero que seamos amigos.
LORENZA.- yo no quiero ser su amiga.
CARLOS.- ¿Por qué no? ¿Porque soy negro?
LORENZA.- Usted es bien pasado. ¿Hasta cuándo va a estar aquí?
CARLOS.- Los negros tenemos famas de ser buenos amigos, ¿sabías eso?
SILENCIO
CARLOS.- Yo sé que tú quieres ser buena conmigo...
SILENCIO
CARLOS.- Se te Ve en la cara. Lo huelo en el sudor que dejas en el aire.
SILENCIO
CARLOS.- Me lo dice esa tembladera que tienes.
LORENZA SE LEVANTA Y SE DISPONE A HACER MUTIS.
CARLOS.- No te vayas todavía, hay tiempo, tu prima fue a comprar y seguro se queda hablando zoquetadas por el camino. Tú tienes cara de no haberlo hecho hace tiempo.
SILOENCIO. LORENZA LO MIRA.
CARLOS.- Los negros somos buenos para esas cosas. Tú deberías dejarte hacer cariñitos por mí. (PAUSA) Si quieres... tócamelo para que lo sientas.

LORENZA SE DETIENE. RESPIRA HONDO. TIRA EL BORDADO AL PISO Y SE DIRIGE AL HOMBRE. LO TOCA CON SUAVE SENSUALIDAD EN EL MIEMBRO Y ÉSTE DISFRUTA.
CARLOS.- Yo sabía que te gustaban las sinvergüenzuras en secreto; se te lee en la cara.
LORENZA LE SONRÍE E INESPERADAMENTE LE APRETA EL MIEMBRO HASTA PRODUCIRLE DOLOR. EL HOMBRE GRITA Y LE PROPINA A LORENZA SENDO GOLPE QUE LA HACE RODAR POR EL PISO.
CARLOS.- ¡Eres una salvaje!
LORENZA.- ¡Era lo que usted quería! ¡Eso es para que aprenda a respetar a las mujeres decentes! ¡Yo no soy una realenga! ¡Yo no me acuesto con cualquiera y usted es cualquiera! ¿Está claro? ¡Yo soy una mujer de un solo hombre!
DESAPARECEN. ISABELA TERMINA DE HABLAR CON EL ABOGADO.
ISABELA.-... Yo no creo que sea ladrón, pero tiene algo que ver con política y si la policía viene y descubre que tenemos enconchado a un comunista en la casa nos la vamos a ver bien fea... y a mí me va a dar una curumbeta, ¿se imagina?: Nosotras presas de los medias blancas, torturadas por culpa de ideas extranjeras...
GUMERSINDO.- No se preocupe, yo voy a ver cómo muevo mis contactos.
ISABELA.- nada de policía...
GUMERSINDO.- Nada de policía.
ISABELA.- ¿Seguro?
GUMERSINDO.- Seguro.
ISABELA.- ¿La semana que viene?
GUMERSINDO.- La semana que viene.
ISABELA.- ¿Cuánto?
GUMERSINDO.- yo le diré. Vaya tranquila.
ISABELA.- Gracias, hasta la semana que viene.
ISABELA HACE MUTIS. REAPARECE INOCENTE QUIEN HA ESCUCHADO TODO.

INOCENTE.- ¿Cómo se llama el negro?
GUMERSINDO.- Carlos González Vega.
INAOCENTE.- Carlucho (PAUSA) Ya sabes qué hacer.
GUMERSINDO.- sí.
INOCENTE.- (ANTES DE HACER MUTIS) Gumersindo, sácame al negro de la casa de Lorenza.




ARTICULACIÓN.



















IV
La Dueña

SENTADA EN LA SALA EN ACTITUD DESCONSOLADA ESTA LORENZA. LLEGA ISABELA Y AL VERLA ASÍ SE PONE MUY NERVIOSA Y AUNQUE TRATA DE DISIMULAR ES EVIDENTE SU ESTADO DE ÁNIMO.
LORENZA.- Se fue Aarón Goldman. Aarón Goldman era un judío que yo conocía. Y vino un día y te ofreció un empleo, y otro día, cuando una piensa que ha echado raíces en tu tierra, viene y te dice que eres la dueña del negocio... De su negocio... que él se va a su casa... Yo pensaba que los judíos no tenían casa fija... y que nunca dejaban su negocio... Bueno, por lo menos no lo mataron ni los botas blancas, ni los comunistas... Tengo que guapear sola otra vez.
SE ABSTRAE.
ISABELA.- Lorenza...
NO LE RESPONDE.
ISABELA.- Prima.
LORENZA.- ¿ Dónde estabas?
ISABELA.- Case Felicia.
LORENZA LA MIRA DE UN MODO EXTRAÑO.
ISABELA.- ¿Qué pasa, chica? ¿Por qué te pones así?
LORENZA.- Hoy, que el país celebra, que el Presidente es esperado por todos en el Paseo los Ilustres, se fue Aarón Goldman.
ISABELA.- ¿A dónde?
Lorenza.- a SU TIERRA, CON SU FAMILIA, CON SU GENTE. Me dijo un día en el taller que él no quería quedarse aquí, que prefería morir por una causa que le perteneciera y no por una tan ajena; que aquí todo era mentira... y se fue... Yo debería sentirme feliz, porque me dejó el negocio y vamos a poder salir adelante. Hasta el contacto con Nabilo de La Gran Canastilla y sus amigos árabes me dejó... Él ha sido muy bueno conmigo... yo lo ayudé a construir el taller... pero nunca pude amarlo como él siempre esperó... No pude... Hoy se me va... y yo he estado pensando en Lucía, en Isaac, en papá y en mamá... Me siento sola, Isabela... Con un taller, pero traicionada. Una dice “No me voy a caer, tengo que echar pa’ lante” ¿Dónde? ¡¿Dónde queda eso?! ¿Tú sabes cuántos años tendría mi hijo si mi papá no me hubiera golpeado como lo hizo? ¿Tú sabes cuántos? Siete... Siete añitos... Un carricito así... ¡¿Qué hice yo?! ¡Yo amaba a Inocente! ¡¿Qué de malo tuvo eso, Isabela?! ¿Por qué he tenido que pagar todos estos años por habérmele entregado al hombre que yo amaba? ¡¿Y el amor?! ¡¿Dónde quedó?! ¿Es más importante la gente de afuera, de la calle...? ¿La decencia de qué? ¿De qué soy indecente? ... Yo pude haberme prostituido y no lo hice... No lo voy a hacer nunca... ¡¡Soy una cobarde!!... No, soy una mujer decente... ¿Tú crees que papá descansa en paz?... Yo no puedo... Yo no puedo descansar en paz... ¿Dónde estabas, Isabela?
ISABELA.- Case Felicia.
LORENZA.- No; dime dónde estabas...
ISABELA.- Pregúntale a Ursulina...
LORENZA.- Felicia Y Ursulina andaban conmigo despidiendo a Aarón Goldman en el Fermín Toro. Acabamos de llegar. Me tomé un cafecito en su casa y me vine (SILENCIO) ¿Dónde estabas?
ISABELA.- Yo...
LORENZA.- Tú.
ISBALEA.- Yo...
LORENZA.- ¡¿Dónde?!
PAUSA.
ISABELA.- No me hagas todo esto más difícil. No has sido mala conmigo... Te hiciste cargo de mí desde que papá huyó... Yo te admiro... Me siento orgullosa de estar a tu lado... Yo me hubiera vuelto loca... Ahora tú sabes que me toca a mí y tú hablas de ti... No quiero que sea tan doloroso... Tu te enamoraste de Inocente; yo me enamoré de Carlucho.
LORENZA.- ¿El negro?
ISABELA.- Sí, Lorenza, qué vaina. El negro comunista. Me enamoré de una persona de segunda categoría. Así está el país en estos momentos. Lo llaman democracia... ¿Quién va a aguantar al General Justo Patiño, cuando se entere de que su hija va a parir alacrancitos que lo van a llamar abuelo... si los deja... si se deja conocer...
LORENZA.- ¿Pero tú no estás...’
ISABELA.- Yo estoy enamorada. No me interesa más nada... Hoy estuve todo el día con él.
LORENZA.- Él es un perseguido político... ¿Qué vamos a hacer?
ISABELA.- Me voy con él...
LORENZA.- ¿A dónde?
ISABELA.- A Santo Domingo.
LORENZA.- ¿Sin casarte?
ISABELA.- ¿Y eso qué importa, Lorenza?
LORENZA.- Tu papá hubiera querido verte salir de velo y corona de esta casa, con un hombre de tu clase. A mí él me parece un recién llegado.
ISABELA.- ¡Es la segunda mitad del siglo XX!
LORENZA.- Pero sin casarte Isabela. ¿Qué va a decir la gente?
ISABELA.- ¡¡Nada!! ¡¿Qué van a decir?! ¡¡¿Que me fugué con un comunista?!! Es verdad. No quiero medir consecuencias futuras, ¿para qué? Si no nos vamos pueden matar a Carlos en cualquier momento. Él dice que no, pero yo sé que está planeando algo contra Betancourt y yo tengo miedo. Cuando escuchó al Presidente jurar que él no se había atrevido poner las manos sobre los dineros de la nación y que se le quemaran, en nombre de Dios, si lo había hecho, él dijo “Ay, conciudadano, le vamos a dar un sustico”... Que le iban a dar un sustico porque los brujos no deben estar jurando en vano y mucho menos cuando son Presidentes de la República... Hace unos días estamos arreglando los pasaportes... Yo quiero que nos vayamos antes de que me lo maten.
LORENZA.- Con una condición: antes de que te vayas te me casas con él; prima, por favor.
ISABELA.- ¿Y si me lo matan? Me da miedo quedar viuda tan joven.
LORENZA.- Yo consigo que me los saquen del país, pero como esposos, no como amantes. No quiero que salgas de aquí como una realenga, pero si es tu decisión voy ahora mismo a hablar con Gumersindo para que me los case por civil. Dile al negro...
ISABELA.- Se llama Carlos...
LORENZA.- Dile al negro Carlos González Vega, que no venga a salir con una de sus pachotadas de negro ahora, que yo consiento tu unión con él... en contra de mi voluntad... Y que se porte bien contigo donde quiera que se vayan o se las vana a tener que ver conmigo...
ISABELA.- ¿No es tarde para andar por la calle sola?
LORENZA.- déjame tranquila... Isabela... ¿Isabela, tú no estás? ?
ISABELA.- No sé...
PAUSA.
LORENZA.- por eso te veía tan jipata... Hoy mismo se me casan ¿Dónde dejé la cartera? (LA ENCUENTRA) Voy a hablar con Gumersindo.
ISABELA.- ¿Cruz tendrá la pulpería abierta?
LORENZA.- ¿Para qué?
ISABELA.- Para que me compres una cosita.
LORENZA.- ¿Qué cosita?
ISABELA.- Un pote de leche condensada y unos limones, que tengo ganas de comerme un duchito de leche casero rico.
LORENZA.- Un dulce de leche casero.
ISABELA.- Hecho por mí.
LORENZA.- Un duchito casero echo por ti.
PAUSA.
LORENZA.- ya vengo.
HACE MUTIS. ISABELA SE TIRA AGOTADA EN LA SILLA.
ISABELA.- cuídate, prima.


ARTICULACIÓN.
V
A Betancourt Se Le Quemaron Las Manos.

LA BODA DE ISABELA CON CARLOS GONZALEZ, PRESIDIDA POR GUMERSINDO MENDEZ. URSULINA Y FELICIA, CON NICOLÁS, SON LAS TESTIGOS. PACA HA SIDO INVITADA. TODOS APLAUDEN EL FINAL DEL RITO. INESPERADAMENTE SE ESCUCHA UNA EXPLOSIÓN. TODO SE OSCURECE. LA PUERTA SE ABRE Y UNA LUZ MUY FUERTE ENTRA POR ELLA. INOCENTE CARREÑO APARECE EN LA PUERTA.
INOCENTE.- Camaradas, ha habido un atentado en contra del Presidente de la República. Ha salido ileso y solamente se le quemaron fueron las manos. Tenemos que estar preparados porque lo que nos viene es duro contra todos. A Nicolás se le espera en el Aula Magna.
NICOLÁS.- Seguro, Inocente.
INOCENTE.- Quiero que me saquen a Gumersindo esta misma noche del país. ¿Entendido Gumersindo?
GUMERSINDO.- entendido, señor.
INOCENTE.- Carlucho, los están esperando en el puerto de la Guaira y no quiero que regresen hasta que todo está más asentado.
CARLUCHO.- Como tú digas mi llave.
ISABELA SE ACERCA A PACA PARA DESPEDIRSE LORENZA PARECE ENTUMECIDA POR LA PRESENCIA DEL HOMBRE. LORENZA NO SABE QUE DECIR LORENZA SE ACERCA A INOCENTE. LO MIRA BIEN Y SE DISPONE A ENTRAR EN SU CUARTO CAMINANDO LENTAMENTE. SE DESMAYA. CARLÑOS LA LEVANTA Y LA SIENTA EN UNO DE LOS MUEBLES. ISABELA QUIERE QUEDARSE, PERO CARLOS SE LA LLEVA, SEGUIDOS DE GUMERSINDO Y NICOLÁS. PACA SE HACE CASI INVISIBLE Y OBSERVA TODO DESDE UN ÁNGULO EN EL QUE NADIE LA DESCUBRE. TODOS SALEN, MENOS FELICIA Y URSULINA.

Inocente.- Déjenme hablar a solas con ella.
URSULINA.- ¡Ah, sí! ¡Nosotras tenemos que irnos!
FELICIA.- Sí, mamá nos dijo que llegáramos temprano. La cosa está mala... usted sabe...
URSULINA.- Disparadera por todos lados, corre-corre, ahora se le quemaron las manos al presidente; parecen que juegan todo el día al ladrón y policía.
FELICIA.- Hasta luego... y felicitaciones a Isabela.
URSULINA.- Sí felicitaciones. Hablamos.
FELICIA.- Hasta mañana.
URSULINA.- Pero vamos, imprudente...
FELICIA.- Imprudente tú, con esa felicitadera...
HACEN MUTIS. LORENZA DESPIERTA. VA HASTA INOCENTE. LE TOCA CON DULZURA LA CARA Y LE PROPINA UNA GRAN CACHETADA Y VUELVE A DESMAYARSE EN SUS BRAZOS. INOCENTE LA SIENTA EN EL POLLO DE LA VENTANA Y ESPERA SENTADO.
LORENZA.- (DESPERTANDO) ¿Puedo hablar? ¿No estoy muerta?
INOCENTE.- No.
LORENZA.- Entonces puedo hablar.
INOCENTE.- Cuanto quieras.
LORENZA.- Dicen que papá te acusó de comunista y te llevaron a la Seguridad Nacional. Sabes que me hizo abortar; que Lucía mató a quien iba a ser su marido y luego se suicidó... Betancourt tuvo un atentado y solamente se le quemaron las manos. ¿Tú sabes lo que eso significa? He estado esperándote casi diez años, como el país... pegada a la máquina de coser para poder pagar el agua, la luz, el aseo y el mandaíto con el que hemos podido comer estos últimos años... Esa tarde que pasamos juntos se repite y se repite y se repite como una barrera que me impide pensar en otra cosa... Que me sobre salta, pone nerviosa cuando voy caminando por El Silencio y veo a un hombre con tu porte... “Se parece a Inocente, pero él es más Buenmozo será familia de él?” ... Y cuando van siguiendo a cualquier comunista me quedo tranquila porque sé que estás en París y allá no había tanto peligro.
INOCENTE.- Yo nunca he estado en París.
LORENZA.-... Me veía al espejo y pensaba en la mujer con la que estabas compartiendo la vida... Veía a los niñitos y yo pensaba en los pudimos tener... en los que te habría dado ella... Los francesitos bellos como una manzana... Ahora tengo un taller de costura, donde hago ropita de bebé... Cuando hacía cocolisos... cuando hacía cocolisos, Inocente... Y pensar que Betancourt juró que no se había robado la plata del país... que juró por Dios que eso no era así... “¡Que se me quemen las manos!” Y se le quemaron solamente las manos... Yo pensaba en ti cuando hacía cocolisos, Inocente...
SILENCIO.
INOCENTE.- Cásate conmigo, Lorenza.
LORENZA.- ¿Sabes Cómo se hace un cocoliso de bebé? Como se mata el sueño de una vida diferente... como se asesina un país... Así se hace un cocoliso.
INOCENTE.- Cásate conmigo, Lorenza, y te prometo muchos cocolisos para nuestros hijos.
SILENCIO
LORENZA.- A Betancourt, se le quemaron las manos.
FIN
César Eduardo Rojas Márquez.

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